jueves, 15 de julio de 2021

Los Fabulosos Cadillacs - Réy Azucar


Mucha gente no soporta a los Cadillacs. En cierta forma es entendible. A nadie le gusta que un tema suene en todos lados, cuando doblás la esquina, cuando entrás a un negocio y hasta cuando levantás una piedra. A ellos les pasó eso. Cansaron. Pero no fue culpa de ellos, era otra época, pasaron más de veinte años desde aquellos días de apogeo. Pasaron rápido, vale decirlo. Era la era en que, cuando un grupo que trabajaba duro y tenía talento, la pegaba y a lo grande. Cuando la compañía les pide un tema nuevo para redondear una compilación de grandes éxitos (hablamos de Vasos vacíos, claro) ellos les dieron “Matador” y ahí sí que explotó todo.

Eran los años de apogeo de lo que llamaban “rock latino”, con muchas bandas del hemisferio sur entrando en los hogares de millones a través del canal de música MTV, que de a poco se iba metiendo en todos lados. Los tipos para aquel entonces ya tenían varios años de carrera, seis discos de estudio y de a poco se iban haciendo masivos. Atrás habían quedado los años de “morir tocando ska”, siempre mostraron una apertura mental que a muchos les molestaba. Todavía hoy es algo que irrita a muchos. Ellos siempre fueron fanáticos de The Clash, recogieron el legado y lo interpretaron muy bien. No le hacían asco a nada. En Réy Azucar, el que sale en pleno éxito de LFC, en el ’95, esa impronta clashera está más presente que nunca, este es el Sandinista de Flavio, Vicentico y compañía, hoy suena mejor que nunca.

Hoy podés volver a escuchar “Mal bicho” sin que te haga querer salir corriendo y comprobar que envejeció bien, que la letra era buena, yo ni me había dado cuenta que ahí sale rapeando el mismísimo Mick Jones. En la versión de "Strawberry Fields for Ever", me acuerdo en su momento que varios la consideraban un sacrilegio, cuentan con la voz de Debbie Harry y en “Queen from the Ghetto” aparece el gran Big Youth como invitado. Digamos que se daban sus gustos. Qué bien que tocaban reggae, con un nivel pocas veces escuchado en una banda de Argentina, “Ciego de amor” bien podría haberse grabado veinte años antes, un reggae-roots de una pureza admirable. “Estoy perdido en Miami, bajo el terrible cielo del Caribe, soy como una sombra de mí mismo, celebrando la caída del Imperio, un lugar donde acampar en este infierno, gente flotando en el mar de la vergüenza” dice “Miami”, otro de los grandes temas del disco, bien en la onda London Calling, con explosión punk rocker ad hoc. El disco funciona muy bien como una totalidad y, a pesar de la gran cantidad de hits que tiene, sorprende volver a escuchar la calidad que tenían los temas menos conocidos, los que no sonaron en las radios.

Después de Réy Azucar los tipos salen a la calle con Fabulosos Calavera, otro golpe de timón arriesgado que salió bien, mezclando Piazzolla con King Crimson en un disco que desafió a varios. Sobre todo a ellos mismos.







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