martes, 31 de mayo de 2011

Captain Beyond - ídem [1er. LP - 1972]

Horacio "Bombacha" Embón, el cronista exaltado

Un capitán recomendando a otro capitán, fue en definitiva lo que hizo que hoy tenga este disco guardado en lo más profundo de mi corazón y al que recurro siempre como si fuera un bálsamo de energía incandescente para el alma.

Me toca hablar de Captain Beyond, primer disco, homónimo, que vió la luz en 1972 y que traía consigo una ingeniosa (por entonces) tapa en 3D donde se podía observar a un astronauta de botas tejanas sobrevolando el espacio junto a un misterioso objeto en sus manos. Curiosamente este disco quedó en el olvido ya que no vendió lo suficiente ni fue de mayor interés para un público que al parecer solamente tenía ganas de tomarse una Toddy conocida y no tenía mayores ánimos de experimentar con otros yorcolates, que los había y... ¡Claro que los había! Este disco se encarga de demostrarlo.

Si tenemos en cuenta quienes son los muchachos que están atrás de esto, las dudas pueden jugarnos en contra. A prima facie podríamos intuir que se trata solamente de un viejo y olvidado proyecto paralelo de Rhino y Lee Dorman, guitarrista y bajista de Iron Butterfly respectivamente, dos nabos que acá parecen funcionar a puro cuete.
Nunca fui muy fan de Iron Butterfly, pero mi añejado corazón púrpura de épocas adolescentes, de mochilita negra y liquid paper, de tachas y vestimentas oscuras aún tenía fé: Rod Evans al comando vocal y lírico de esta fantástica travesía astral, se da el lujo de utilizar algunos elementos de percusión que enriquecen aún más la calidad sónica del material. Por supuesto, mis dudas se disiparon inmediatamente nomás escuchar la entrada del gran Rod segundos después del riff que abre esta obra maestra. A este combo se le suma un baterista cuyo pasado desconocía, pero poco me importó. Es un batero y ya. Los bateros son bateros y a veces, seres abominables y odiosos. En este caso, es buenísimo y con eso basta. Si le toma la leche al gato, no es determinante aquí.
Basta una sola escucha con los oídos bien abiertos para darnos cuenta que estamos ante uno de los discos olvidados más increibles e irascibles en cuanto a sonido, composición, cambios de ritmo, letras y riffs... Un compendio de riifs imparables, fuertes, amenazadores, tétricos, soberbios, rimbombantes, elementales, progresivos, complejos, bonitos. Y lo mejor radica quizás en la forma en que todos estos componentes están compilados: trece temas enganchados entre si, en tres partes bien definidas, haciendo que se trate de un álbum conceptual, con todo lo que eso implica, riffs recurrentes, melodías y letras cíclicas que regresan para cerrar un concepto que, si bien no está explicito, queda sujeto a la propia interpretación del escucha. Están los que dicen que habla de un imaginario planeta hecho de tergopol en el cual se arma una tremebunda trifulca entre sus habitantes, seres adictos a un pólen radioactivo que escaseaba por entonces.
El eje central se encuentra hacia la mitad del álbum en "Thousand Days of Yesterdays (Time Since Come and Gone)": una épica aventura acústica contrastada por una base de batería que parece tomar vuelo a fuerza de repiqueteos de redoblante. Una vez más los cambios de ritmo abruptos son parte significativa del tema, pero no hacen más que reforzar la fuerza e intensidad de la canción. Tras este break acústico, el astronauta nos llevará a una nueva experiencia auditiva de la mano de la supermegaimpresionantementepensada y mejor aún ejecutada "I can't Feel Nothing". Pieza que contiene los últimos cinco temas del disco, para cerrar de manera brillante y bien arriba esta odisea espacial.
¿Como darse cuenta si el disco entró por donde debe? Fácil. Al levantarse del asiento, una viscosidad blancuzca debería caer de a chorros por los bolsillos del reverso del pantalón, mojando una y cada una de las medias.
Hard rock sin ser metal, aunque por momentos podríamos llegar a pensar que se trata de un disco de Slayer. Jazz rock sin ser realmente jazz, aunque la sutileza de quien comanda los parches asi lo sugiere. Rock espacial sin abusar de ruiditos psicodélicos mal puestos.
De eso se trata este disco: una aventura ruidosa, pero sutil, llevada al puerto de un rock poderoso y elaborado, donde Rod Evans brilla como un crooner galáctico, sin caer en el cliché de cantantes que abusan del falsetto y el griterío sin fín como locas con la concha paspada.

Un disco imprescindible para todos los amantes del hard rock.






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Culpeper's Orchard - Culpeper's Orchard
Atomic Rooster - Death Walks Behind You
Crucis - Cronología (Incluye los 2 primeros LP's de estudio)


lunes, 30 de mayo de 2011

viernes, 27 de mayo de 2011

Puerto Muerto - See You In Hell


Escuchando la música de Puerto Muerto lo primero que viene a la mente es que merecían más. En una época de incertidumbre para la industria discográfica, en donde las compañías ya no se molestan siquiera en promover a artistas nuevos y no se cansan de apostar por propuestas gastadísimas, subestimando al público de una manera vergonzosa, es lógico que este dúo haya pasado prácticamente desapercibido.

Oriundos de la “Ciudad del Viento”, de Chicago, se trata de un dúo chica/chico, cosa que a simple vista los puede perjudicar, haciéndolos caer en la categoría de “otro-grupo-que-imita-a-los White Stripes”. ¡Encima ella toca la batería! No. Nada que ver. Las influencias son otras, muy distintas, el sonido tiene poco que ver con la crudeza guitarrera del dúo de Detroit y ni siquiera se los podría relacionar desde el punto de vista de las letras. Lo de Puerto Muerto pasa por otro lado, es la música de una noche de resaca, de hora de cerrar, cuando los que siguen merodeando el único bar abierto portan ojeras de esas que no salen de un día para el otro. Hay algunas similitudes sin embargo, la voz de Christa Meyer tiene un timbre parecido al de Meg White pero ahí termina la comparación: esta es una cantante con muchas más posibilidades técnicas y hace más que entonar una o dos canciones por disco. Este, See You In Hell, es el segundo trabajo de estudio.

¿Y la música? Muy ecléctica. Pueden hacer un vals trasnochado al estilo de la Ópera de los Tres Peniques como "Hangman's Song", cantado a dúo y en seguida seguir con un hit en potencia como "Walking Boss" que suena como esos rockabilly de Jon Spencer pero con un poco más de vuelo, cantado esta vez por Tim Kelley. Claramente los “cantautores malditos” son otra de las influencias clave; "Atlantic City" el tema que abre el disco tiene aroma a unos Birthday Party sin el reviente del Nick Cave veinteañero y "Burning Leaves" tiene esa atmósfera pesadillesca de la etapa intermedia de Tom Waits, el del hechicero vudú de Bone Machine. "Babylon", como su nombre podría vaticinar, es un reggae, en apariencia muy simple pero después… bueno, dejemos alguna sorpresa para los recién llegados a la fiesta. ¿Alguien necesita canciones frescas, de esas que “entran enseguida”? Ahí tienen "Wastenaw River" o "Crimson Beauty". Esta última suena a Sun Session en los 50's, a Sam Phillips atrás de la consola, levantando el pulgar en señal de aprobación.

See You In Hell
vino después de Your Bloated Corpse Has Washed Ashore, que había generado varios elogios de los pocos que estuvieron atentos. Pero para el final de la década ya se habían separado, con divorcio incluído, (eran marido y mujer) despidiéndose con uno de esos “Discos de Adiós” a la manera de Rumours o Shoot Out the Lights de Richard y Linda Thompson, el brillante Drumming for Pistols. Nada mal para menos de una década de actividad.







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Johnny Cash - Sings the Ballads of the True West
PJ Harvey - Uh Huh Her
Puerto Muerto - Heaven & Dirt



miércoles, 25 de mayo de 2011

Dylan: 70 años no es nada

Dylan cumplió 70 años. Impresionante. Eso significa más o menos medio siglo en esto de la música. ¿Como será levantarse y ser Dylan todos los días? Nos dejamos de elucubrar y, en vez de arrojar estadísticas y datos, nos dedicamos de lleno a sus discos, que es lo que más nos gusta. Para esta ocasión nada como una lista. Sí, una lista completamente caprichosa e ilógica. Escudriñando su inmenso catálogo en busca de perlas se puede hacer una selección interminable. Acotamos esa búsqueda a diez, dando por sentado que quienes se molestan con estas líneas saben que "Like a Rolling Stone" y "Knockin' On Heavens Doors" son canciones fundamentales y Highway 61 o Oh Mercy son discos que hay que tener.


To Ramona
Este pequeña maravilla fue considerada una canción menor al momento de su aparición en Another Side of Bob Dylan, cuando cada disco era una especie de manifiesto. En esta canción de amor y consuelo Dylan muestra su maestría con el idioma y su dominio absoluto de las palabras.

Aparece originalmente en: Another Side of Bob Dylan (1964)


Please, Mrs. Henry
¡Sí que hay para elegir en las Basement Tapes! En "Mrs. Henry" se transmite inmediatamente la atmósfera jocosa en que se desarrollaron estas sesiones. Con los músicos de The Band aportando (y mucho), inmediatamente después del mítico accidente en moto.

Aparece originalmente en: The Basement Tapes (1975)



Early Morning Rain
En el disco más vilipendiado de toda su carrera aparece esta versión de un verdadero estándar de la música popular moderna. Se quería "desmarcar" de su estatuto de profeta y esa fué la función principal de Self Portrait. Incluso "a media máquina" Dylan suena convincente. Si este disco lo hubiera grabado otra persona...

Aparece originalmente en: Self Portrait (1970)



Abandoned Love
Bueno, si este tema quedo afuera... En este caso de Desire, uno de sus discos infaltables. Pero "Abandoned Love" es inmenso. Con el violín de Scarlett Riviera, que tan bien condimentó las canciones de aquella obra, aportando color en otra letra de corazones rotos y "sangre en las pistas".

Aparece originalmente en: Biograph (1985)



Tonight I'll Be Staying Here with You
De la gira de Desire, un gran pico creativo, salió la recordada Rolling Thunder Revue. En esos días hubo excesos, teatralidad y circo pero sobre todo música, mucha música. Esta cancioncilla, que en Nashville Skyline no se destacaba demasiado, sufre una transformación dramática y es una muestra cabal del poderío roquero que Dylan era capaz de desatar.

Aparece originalmente en: The Bootleg Series, Vol. 5: Bob Dylan Live 1975 - The Rolling Thunder Revue (2005)



Is Your Love In Vain?
Con una producción recargada, inédita hasta aquel entonces, le pide a su amante que se sincere, que se ponga en su lugar, que ha llegado el momento de las decisiones y le pregunta si podrá contar con ella y si está lista para arriesgarlo todo. Conmovedor. Tintes religiosos que parecen presagiar lo que se venía...

Aparece originalmente en: Street Legal (1978)



I Believe In You
Aunque la genuflexión religiosa de Dylan es incómoda para alguien de su estatura, Slow Train Coming, grabado en los míticos estudios Moseley Shoals, es uno de sus trabajos más destacables desde el punto de vista estrictamente musical. Esta es una muestra más que evidente.

Aparece originalmente en: Slow Train Coming (1979)



Series of Dreams
Otra que quedó afuera, en este caso de Oh Mercy. ¿Dylan escuchando U2? ¿Por que no? El productor era el mismo, Daniel Lanois y las anéctodas de la grabación las cuenta el mismo Bob, en Chronicles, Vol. 1, con lujo de detalles. A la grandilocuencia musical se le opone una letra en la que Dylan le resta importancia a la parte onírica: "estaba pensando, nada demasiado complicado, nada específico, eran una serie de sueños".

Aparece originalmente en: The Bootleg Series, Vols. 1-3 [Rare and Unreleased] (1991)



Mississippi
Esta la grabó primero Sheryl Crow pero esta canción es tan buena que no la podía dejar escapar y registró su propia versión para Love and Theft. Acá muestra lo astuto e inteligente que es como compositor usando del derecho y el revés la misma progresión de acordes de siempre para gran efecto. Espectacular.

Aparece originalmente en: Love and Theft (2001)



Nettie Moore
Cómo se las arregla para seguir siendo creativo, sonando misterioso y hacer canciones como esta es un verdadero misterio. Contempla su propia mortalidad y dice que el mundo "se volvió negro enfrente de mis ojos". Es otra vez Dylan como cronista, funcionando al tope de sus posibilidades y convirtiendo en virtudes sus limitaciones, la que quizás sea la clave de su carrera, de su éxito y de su vigencia.

Aparece originalmente en: Modern Times (2006)








sábado, 21 de mayo de 2011

5 Canciones 5: Clásicos


Paralized
Elvis Presley

Relegado a un simple album track de su segundo LP para RCA, "Paralyzed" pasó practicamente inadvertido por el solo hecho de que, en aquellos años pre-servicio militar en Alemania, El Rey no daba un solo paso en falso. Un detalle menor pero significativo, es uno de los pocos temas que tienen la firma de Elvis en los créditos, esta vez compartidos con Otis Blackwell. Es la típica cancioncilla de amor de la época, pero el "toque de Midas" del pibe de Memphis está presente y la banda es espectacular en su economía. Los coros de los Jordanaires ayudan mucho también..  

Aparece originalmente en: Elvis [2do. LP de estudio en el sello RCA] (1956)

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Love Minus Zero / No Limit
Bob Dylan

La línea que separa las grandes canciones de Dylan de las buenas y las mediocres suele ser muy delgada. Pero cuando son buenas en serio son imbatibles. En esta maravilla de su primer album eléctrico (mitad eléctrico en realidad) enumera las virtudes de su media naranja y se nota que el tipo ya estaba más allá de la simple belleza física: "mi amor habla como el silencio, sin ideas violentas, no le hace falta decir que es fiel, sabe demasiado como para discutir y juzgar". Con una guitarra de doce cuerdas, el resultado de la suma es igual a los Byrds y la invención del folk-rock.

Aparece originalmente en: Bringing It All Back Home (1965)


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Now I Wanna Be a Good Boy
Ramones

Otro de los tantos títulos de Ramones que empiezan con "I Wanna..." (o "I Don't Wanna..."), esta bomba de Leave Home es impresionante. Riffs cortados y agresivos, un Black Sabbath pasando semáforos en rojo, la letra genialmente estúpida (¿O estúpidamente genial?) y la voz de Joey que parece que en ningún momento deja de comer chicle. Son todos los elementos que hacen de los Ramones una de las bandas más grandes de todos los tiempos. Son únicos y viven en un mundo propio, creado a imagen y semejanza. La versión de It's Alive es todavía más rápida y violenta pero la original es la definitiva.

Aparece originalmente en: Leave Home (1977)

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Reel Around the Fountain
The Smiths

La primer canción del primer larga duración de los Smiths no podría ser más auspiciosa. Como todas las grandes letras de Morrissey tiene varios ángulos y permite varias interpretaciones. Para algunos se trata de un chiste sobre sexo homosexual, para otros habla de abuso de menores y para los menos retorcidos, es sólo una poesía sobre los primeros pasos en el amor. De cualquier forma es una alianza perfecta entre letra y música, con los arpegios de Johnny Marr derrochando buen gusto y una hermosa melodía vocal de Mozz. Cuando parece que ya no tiene más nada que decir, va a una sección nueva y la letra cobra fuerza. Excelente.

Aparece originalmente en: The Smiths (1984)


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Turn It Up
Blur

Las grandes canciones de Blur eran esas en que sonaban más espontáneas y menos preocupadas por mantener una postura ideológica. En el segundo disco de estudio, que podría traducirse como "La vida moderna apesta", estaba esta joyita de power pop descartable que tenía la virtud de quedar impreganada en la memoria para siempre. Como esas "canciones chatarra" de The Sweet o de los Bay City Rollers, "Turn It Up" era sólo eso; tres minutos de diversión garantizada.

Aparece originalmente en: Modern Life Is Rubbish (1993)

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martes, 17 de mayo de 2011

Video de la Semana: The Fleshtones - Beautiful Light



Peter Zaremba
y cia. De un disco que ya no es de la época "clásica" de los Fleshtones, de Beautiful Light, del '94




viernes, 13 de mayo de 2011

The Shirelles - 25 All-Time Greatest Hits


Esta es música inmortal, inoxidable, reflejo de una época y un momento histórico que ya no existe hace rato pero que todavía está fresco en nuestras mentes, en las retinas de todos los que nos interesamos por la música popular y sus implicancias y eso se debe, en gran parte, a música como la de las Shirelles.

Apenas empieza a sonar uno se transporta a un Estados Unidos de esplendor económico, inmediatamente después al estallido del primer rock, el de Elvis, Little Richard y Buddy Holly, cuando los jóvenes por primera vez tenían peso a nivel social y se movían en coches gigantes, despreocupados de casi todo. Quizás una chica -o un chico- podía llegar al desquicio, a la obsesión a la hora de encontrar un compañero. De eso hablan los temas de las Shirelles, son canciones de amor, de amor adolescente, con ternura, un poco de picardía, bastante inocencia y (por supuesto) una pizca de premeditación. No es lo que más importa, por supuesto, la música, las voces, los arreglos, por ahí viene el asunto. El primer grupo de chicas verdaderamente exitoso, las Shirelles mezclaban con total naturalidad el doo-woop, la música Motown, el rhythm and blues y el soul.

25 All-Time Greatest Hits tiene todo. Bueno, todo no en realidad, siempre estará quien encuentre el pelo en el huevo, pero como compilación e incluso como introducción a un género, funciona perfectamente. El disco está secuenciado cronológicamente, empezando con "I Met Him on a Sunday", la canción que escribieron las chicas cuando todavía estaban en el colegio, en Nueva Jersey. También están los simples, que no hicieron mucho a nivel ventas en su momento pero que muestran que el estilo ya estaba depurado y ahí nomás llega la primera bomba: "Will You Still Love Me Tomorrow". Invencible, elegante, sobriamente escrito e interpretado. También fue uno de los más grandes éxitos de dos escritores profesionales de Brill Building, nada menos que Gerry Goffin y Carole King. Ya nada sería lo mismo para las Shirelles de ahora en más. Acá están todos los temas que los pibitos de la Invasión Británica adoraban y reinterpretarían a su modo en unos pocos años, Beatles a la cabeza. Es casi imposible imaginar el sonido Merseybeat sin este tipo de música, con esos juegos de voces y las armonías en tres partes. De hecho, dos de las canciones de este disco fueron versionadas oficialmente por los de Liverpool: "Baby It's You" y "Boys" (sí, la que cantaba Ringo).

A las Shirelles les costó repetir el super-éxito comercial de la primer época pero se mantuvieron a flote dignamente durante toda la década del sesenta. Después pasaron a formar parte del ingrato circuito de la nostalgia. Por suerte ya se las habían arreglado para dejar una marca. Indeleble.







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Martha & the Vandellas - Heat Wave
Manfred Mann - The Five Faces of Manfred Mann
The Raveonettes - Raven in the Grave


viernes, 6 de mayo de 2011

Black Flag - Jealous Again


Black Flag es una institución, eso nadie se atrevería a discutirlo. Inventores de un género, el hardcore punk, que era, básicamente, el punk de los Ramones y los Damned llevado a una velocidad todavía más vertiginosa, lleno de cortes abruptos, cambios de ritmo, solos de guitarra fuera de escala, grabaciones crudas y mucho contenido en las letras. Fueron pioneros en eso del “hacelo vos mismo”, creando su propio sello, el fundamental SST Records, con una impronta inconfundible a nivel musical, ideológico y hasta visual, con las inolvidables portadas de Raymond Pettibon. Jealous Again es el segundo EP que sacaron, después del importantísimo Nervous Breakdown y un poco antes del primer LP, el fundamental Damaged, ya con Henry Rollins como cantante. En este disco, el cantante es Chavo Pederast (Ron Reyes en realidad), el sucesor de Keith Morris, que ya se había ido para formar a los Circle Jerks, inaugurando una constante en la carrera de Black Flag; los cambios de integrantes en la formación.

En la canción del título, del cerebro y guitarrista de la banda, Greg Kihn, la velocidad es rápida, más punk rock que hardcore pero la letra sí que es bien hardcore: es el tipo que le pide a su novia que no lo llame por teléfono, se burla de ese mundillo idiota de porristas y jugadores de futbol americano, él le dice que no lo moleste más, que esta vez no le va a pegar pero que “se deje de joder”.

"Revenge" es de esos temas a la velocidad de la luz, con esa neurosis musical que refleja los sentimientos de violencia y paranoia de la letra. Cuando uno se está acostumbrando a la estructura de la canción… ¡termina! En un poco menos de un minuto. Los Black Flag no andaban con vueltas. Una canción polémica es "White Minority" en donde una lectura superficial podría encontrar un significado racista, pero todo lo contrario, una banda con un cantante portorriqueño no podría caer en ese error. ¿Qué pasaría si el racismo fuera al revés? Si los blancos fueran las víctimas en un país con minorías que de a poco dejan de serlo. Black Flag se hacía preguntas, demasiado profundas para cierto sector de extrema derecha que solía ir a recitales punk en esa época. En "No Values" otra vez apuntan los dardos al imbécil promedio, al cabeza hueca, lo hacen de la manera más explícita posible, metiéndose en la cabeza misma del personajillo en cuestión, en primera persona. Ya lo dijo Paul Westerberg: “si el rock era mostrar hasta que punto odiabas a tus padres, el punk rock era para ver hasta qué punto odiabas a tus pares”. Es música extrema para ideas radicales, es un todo que cierra por donde se lo mire.
El doce pulgadas termina con otro cachetazo de menos de un minuto, con "You Bet We've Got Something Against You!". El título ya lo dice todo, se podría traducir como “Apuesto a que tenemos algo en contra tuyo”.

Siguieron con esta sana costumbre de editar en este formato y superaron un problema legal que les impedía sacar discos usando el nombre Black Flag. Incluso la música se volvería más compleja, más enferma y retorcida y ni hablar del valioso aporte de Henry Rollins. La semilla ya estaba plantada y ya nada volvería a ser lo mismo después de Black Flag. Uno de los grupos más influyentes de todos los tiempos.







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Circle Jerks - Wild In the Streets
Black Flag - My War
Rollins Band - Nice



miércoles, 4 de mayo de 2011

Justine - ídem [1er. LP - 1970]


hay que sacarse el sombrero ante la gente de Sunbeam Records, el sello británico especializado en rescatar perlas del pasado, más que nada de la década del sesenta. En este caso se trata de Justine, una banda que sólo hizo un disco, homónimo, aparecido en el año 1970.
Son cinco cantantes, entre ellos dos chicas, que construyen unas armonías vocales que hacen que el origen de la banda se vuelva difuso; son ingleses pero suenan a California, como si Curt Boettcher se hubiera hecho una escapada a la vieja Britania después de perfeccionar el sunshine pop por el que hoy en día ha sido reivindicado. Los Justine tienen que ver con los Byrds, con los Lovin' Spoonful y con los Mamas & the Papas. Pero como ya dijimos, son ingleses. Con todo lo que eso implica. Los arreglos de orquesta son impecables, muy delicados y la producción es irreprochable.

En el primer tema, una especie de suite que consta de dos temas largos enganchados, están claras las intenciones, con el típico double entendre de la época, en este caso juega con la ambigüedad de estar enamorado y la experiencia con drogas psicodélicas. Nunca queda del todo claro si se refiere a una cosa o la otra. Picarones los muchachos. "Back to Boulder" es uno de esos temas hermosos por donde se lo mire, un tiempo lento, que va creciendo en intensidad, esta voz la voz líder es de John McBurnie, el compositor principal de la banda, empieza cantando solo, en un tono melancólico y se van agregando voces de a poco, para la mitad del tema es una orgía de voces armonizadas, el acompañamiento de orquesta es un lujo; subraya, acompaña y pasa al frente cuando tiene que hacerlo. En el medio del disco aparece otra suite, "Mini Splurge/Mr. Jones/Is That Good. That's Nice", y es una demostración cabal de la transición entre el período psicodélico y el rock progresivo que se veía venir a pasos agigantados. Hay una sección casi circense, retoma el tema principal, hay flautas y demás delicias.

Para el final una gran sorpresa, de la mano de "Unknown Journey", uno de esos temas épicos que parecen venir de otra galaxia. Tiene poco que ver con lo que habíamos escuchado hasta el momento y quizás por eso está ubicado al final del álbum. Empieza con unos solos de guitarra extraños, de esos que no saben bien a dónde van a ir a parar pero que, de alguna manera, quedan perfecto. La voz esta vez tiene otro cariz, más onírico, menos virtuoso pero igual de atractivo. En el medio se detiene y parece que se cae de bruces, pero vuelve a aparecer una idea completamente distinta, con unos paneos de algún instrumento extraño, un mellotrón o algo parecido. Se enrarece la atmósfera y recién ahí vuelven las voces femeninas, que esta vez parecen sirenas bajo los efectos de un sedante.

Conclusión: Justine no le cambió la vida a nadie en su momento y es muy probable que eso jamás ocurra, pero seguramente van a contribuir a hacerle pasar una hora de placer auditivo a cualquiera que les dedique lo que hace falta; unos cuarenta minutos de nuestro tan valioso tiempo.








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The Left Banke - The Left Banke, Too
Nirvana [UK] - Dedicated to Markos III
Klaatu - Hope



lunes, 2 de mayo de 2011

Mark Lanegan - Scraps at Midnight


Que la “historia oficial” la escriben los que ganan todos lo sabemos, pero que, en el caso del rock, la Historia Real la marcan a fuego los que van cayendo al costado… Bueno, es solamente una comparación odiosa, por empezar Mark Lanegan sigue en pie y en gran forma pero jamás tuvo el reconocimiento que tuvieron sus compañeros de escena, Nirvana, Pearl Jam y ni siquiera Alice In Chains. De todas maneras, al frente de los magníficos Screaming Trees, junto a los hermanos Conner, supo ganarse el afecto, la admiración y el respeto de muchos, los que investigan siempre un poco más y no se conforman con el cuentito de los canales de TV. Estuvieron antes, fueron psicodélicos, sucios, garageros y grabaron un puñado de discos interesantísimos en el sello SST primero y en Epic después, cuando las compañías se sacaban los ojos para fichar a todas las bandas de Seattle.

Lanegan, lejos de dormirse en los laureles, se lanzó como solista y en un plan diferente, arriesgado. Se convirtió en una especie de trovador folk, siempre batallando contra sus propios demonios, que no son pocos y para nada débiles. Abrazó la tradición de la música norteamericana, tomando prestado elementos del blues y la música de raíces para encontrar una alquimia propia, única. Lo de siempre; mirar al futuro con total conocimiento del pasado. El fantástico Whiskey for the Holy Ghost será de ahora en más la matriz con la que todos sus trabajos serán comparados pero en Scraps at Midnight dejó el listón bien arriba, con un disco admirable, apoyado, como siempre en la fuerza de sus canciones.
Empieza con "Hospital Roll Call" en donde la única letra es la palabra “dieciseis” repetida unas cuantas veces, un poco a modo de introducción pero si ese es la entrada… ¡Lo que será la comida!
Scraps… tiene un poco de todo, pero a la hora de las baladas es imposible pasar por alto a "Stay"; conmovedora hasta las lágrimas, es el pedido del amante abandonado que sufre por la ausencia de su objeto de deseo, le pide de rodillas que lo deje quedarse y no es tanto lo que dice sino cómo lo dice, la entrega de Lanegan es total, con su voz aguardentosa característica, es imposible no creerle.

En "Bell Black Ocean" se acompaña apenas por un piano y unos arpegios de guitarra acústica, a la hora de reforzar la idea de lamento, nada mejor que una guitarra slide lastimera. Otra balada de corazones rotos. "Wheels" bien podría ser el "Walk on the Wild Side" de la llamada Generación X, con su atmósfera de ensueño. También, poco acompañamiento, dos o tres acordes, la batería con escobillas jazzy y los fraseos de saxo. Y la voz, esa voz.
También hay una murder ballad en "Walking on a Train" que haría la envidia de cualquiera de los cultores de esa tradición, Lanegan se apega a la forma pero a modo de punto de partida, se apropia del subgénero y suena cien por ciento a Mark Lanegan, no podría haber sido hecha hace treinta años, por ejemplo.


Tampoco se quedó quieto después de Scraps at Midnight, sus discos solistas aparecen con cierta regularidad y decidió seguir su discografía con un excelente disco de versiones titulado I'll Take Care of You, con una selección que habla a gritos de alguien que conoce bien su oficio. Tampoco pueden dejar de mencionarse los discos que ha grabado con Isobell Campbell, la ex-Belle and Sebastian, donde muestra otra faceta de su personalidad musical. Por lo visto tenemos Lanegan para rato. Nosotros, los conversos, lo agradecemos.








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The Screaming Trees - Invisible Lantern
Mark Lanegan - The Winding Sheet
Isobell Campbell & Mark Lanegan - Sunday at Devil Dirt



Iron & Wine - The Shepherd's Dog


Iron & Wine no es otra cosa que el “disfraz” que utiliza Sam Beam para no poner su nombre verdadero pero se sabe que se trata de otro caso de “solista que graba con nombre de banda”. Como Smog o como los Red House Painters, son gente demasiado introvertida como para ponerse al frente. De todos modos tanto Bill Callahan como Mark Kozelek, los responsables, respectivamente de esas dos bandas, terminaron sacando discos con sus nombres una vez “hechas las inferiores”. Pero ponerse a vaticinar sería una pérdida de tiempo y sobre todo ante música tan buena y noble como la que hace Sam Beam.

Un breve recorrido se hace menester. The Creek and the Cradle, primer disco, editado por el legendario sello Sub-Pop de Seattle, un disco despojado, guitarra, voz, algún que otro instrumento de color y no mucho más. Canciones simples, cortas, delatando un amor obsesivo por Nick Drake. Disco dos; Our Endless Numbered Days, agrega musicalidad sin perder un ápice de espontaneidad, suma colores a la paleta en un disco más “profesional” si se quiere.
Tercer, disco, con Caléxico, el excelente In the Reins, otro gran acierto, uno de los pocos casos en que los dos artistas salen beneficiados ampliamente de una colaboración. ¿En el medio? Una buena cantidad de EP’s y varios temas dentro de películas, que hicieron que Iron & Wine se convierta en una especie de número puesto dentro de la música independiente, si es que ese término tan anodino significa algo hoy en día.

Así es como aparece, a mediados del 2007, The Shepherd's Dog, con un compositor mucho más afianzado, sin cambios bruscos, pero con la confianza (y los dinerillos, lógicamente) que vienen de la mano del éxito y del reconocimiento. Esta vez los músicos son más y las canciones se ven enriquecidas por arreglos de todo tipo. También la batería está un poco más al frente que en los trabajos anteriores y las letras se dan el gusto de tomar partido por causas justas, cosa que antes, si sucedía, era de manera más difusa, indirecta. Un ejemplo claro es "White Tooth Man" , con su clima de aires orientales, una nota, un solo acorde pero una buena cantidad de cosas pasando al mismo tiempo. La voz de Beam, al revés de lo que suele pasar, suena más cristalina, angelical y qué mejor que "Love Song of the Blizzard" para demostrarlo. "Resurrection Song" es de esos temas melancólicos de amor que tan naturalmente parecen salirle a nuestro héroe de turno, es la calma al momento de unir los cuerpos, cuando los fuegos iniciales ya se han disipado y el amor verdadero empieza a aparecer en forma lenta pero evidente. Una metáfora perfecta de la madurez emocional.

Iron & Wine
muestra que se puede ser exitoso sin perder la esencia, que se puede cambiar sin ser drástico y sin perder la identidad, que se puede ser poético sin ser obvio y que, en tiempos de cinismo a toda prueba, se puede ser romántico sin caer en los lugares comunes tan frecuentes.
Parece difícil pero no es imposible y así lo demuestra The Shepherd's Dog. Es sólo cuestión de darle una oportunidad.








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Chequear también:

Elliott Smith - Roman Candle
Ray LaMontagne & the Pariah Dogs - God Willin' & the Creek Don't Rise
Iron & Wine - Kiss Each Other Clean



domingo, 1 de mayo de 2011

Video de la Semana: The Damned - Gigolo



Espectacular video de los Damned, de un disco -Anything- cuestionado pero que (como cualquier disco de los Damned) tiene al menos cuatro o cinco temazos. Este es uno de ellos. Estética Tim Burton diez años antes.





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