viernes, 30 de octubre de 2009

Brian Jonestown Massacre - Take it from the Man!


Otra vez el tema de la credibilidad. Si, para hablar de Brian Jonestown Massacre tenemos que creer. Creer o reventar. O mejor dicho; escucharlos (o dejarlos pasar de manera indiferente). También es importante saber que a pesar de que no son innovadores, no han “dado un paso más allá” ni corrido las fronteras de lo posible, logran transmitir una seguridad que contagia en serio. Es simple; aquellos que deseen “novedades sonoras” probablemente tengan que buscar en otro lado. Pero para quienes aprecian el fervor, el fanatismo rockero y la adopción del género como una especie de doctrina religiosa, bien… esos oyentes estarán de parabienes. Felices de ver y oir una banda que se preocupa por hacer discos sin dobleces, sin mezquindades y con una convicción francamente envidiable.

Brian Jonestown Massacre se formó en San Francisco a mediados de la década del noventa. Pero el grupo siempre estuvo ligado a los vaivenes de ánimo, energía y predisposición de su líder, el controvertido Anton Newcombe, un verdadero personaje de esos que ya no abundan. Con sólo saber el dato de que por su banda han pasado más de cuarenta integrantes ya podemos darnos una idea aproximada de cómo funciona la química interna.

Obsesionados con los Rolling Stones de la época comprendida entre Out of Our Heads y Beggars' Banquet (la era “dorada” de Brian Jones, claro), las películas de segunda categoría y las sustancias de todo tipo. Etiquetarlos como meros “recicladores” de sonidos del pasado sería una simplificación. En su música encontraremos elementos de todo lo bueno que se ha hecho hasta hoy en día. Los mantras guitarreros de la última época de The Church, el Bowie más accesible, la psicodelia y el space-rock de Hawkwind, Nektar y el primer Be Bop Deluxe. Sumado al fanatismo por Lennon, Jesus and Mary Chain y el krautrock alemán de principios de los 70's. Es simple, semejante bagaje de influencias… no puede fallar. En Take it from the Man!, cuarto trabajo de studio, parecen despegar un poco del molde. Esta vez el abanico de posibilidades se abre considerablemente. Hablar de las canciones a nivel individual no tiene demasiado justificativo. En general, los discos de Brian Jonestown Massacre están armados como un todo, como una entidad. Transcurren en una especie de sopor narcótico, sin demasiados sobresaltos. Jamás dejan de ser canciones, con sus introducciones, estribillos y finales a la orden del día. Algún que otro pasaje épico, un tema largo y claramente improvisado puede que aparezca, de hecho el tema final, "Straight Up and Down", supera los diez minutos.

Cada oyente elegirá su perlita, su joya oculta, pero es poco probable que quienes se metan en el mundo de Newcombe y cia. o aquellos que ya conocen a la banda, tengan algo que reprochar a Take if from the Man!








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Brian Jonestown Massacre - And This Is Our Music
Dandy Warhols - Thirteen Tales of Urban Bohemia
Love & Rockets - Earth, Sun, Moon



jueves, 15 de octubre de 2009

The Who - A Quick One


Cuando The Who grabó su segundo LP todavía faltaba mucho para que la banda se metiera al podio de titanes. Faltaba para las óperas rock intelectualizadas e híper-analizadas de Townshend, para las giras interminables a lo largo y ancho de los Estados Unidos y para los excesos de la década siguiente. No había llegado el éxito mundial que alcanzarían en tres o cuatro años.

Pero ya se podía ver que algo grande se estaba gestando. Después de cambiarse el nombre (antes eran The Detours y The High Numbers), publicaron una seguidilla de singles brillantes, definitivos. "My Generation", "I Can't Explain", "Pictures of Lily" o "The Kids Are Alright" son retratos sociólogicos perfectos. Así es como sentía, vivía y sufría una nueva generación de jóvenes dispuestos a hacerse oir a toda costa, a hacer valer su juventud y a diferenciarse de sus mayores. Las finanzas de The Who a mediados de los 60's dejaban mucho que desear. Kit Lambert, manager de la banda, instó a los músicos a proveer material nuevo de manera urgente. Esta vez iban a compartir los créditos, esto podía ser una manera de revertir la precaria economía de sus muchachos.

El momento cumbre de A Quick One es la mini-ópera que cierra el disco; "A Quick One (While He's Away)" una especie de culebrón costumbrista lleno de ironía y sarcasmo. Es la historia de Ivor, el camionero y su amante, la mujer infiel, el affaire atraviesa los vaivenes habituales; el momento en que se conocen, consuman el asunto, se separan, se redimen y a otra cosa. Pero la música es increíble, cada una de las secciones musicales tiene que ver con la historia, condimentando, adquiriendo protagonismo y cediendo. Claro, "A Quick One…" fue un anticipo de lo que se venía, les abrió varias puertas y ayudó a cimentar la fama de banda para ver en vivo con la que fueron ingresando lentamente al mercado yanqui. En el resto de las canciones continúa esa línea iniciada en los singles anteriores; el humor negro del gran John Entwistle para "Whiskey Man" y el que se convertiría en un estándar; "Boris the Spider". Ahí está también "I Need You" de Moon, mostrando claramente su fanatismo por los primeros Beach Boys y "Cobwebs and Strange", una extravagancia de aires circenses que lo pinta de pies a cabeza. Es cierto, no es una gran canción, pero a modo de retrato de un lunático es ideal. Towshend se despacha con el tema que abre el disco "Run, Run, Run", divertido, alegre y saltarín, con unos coros en falsetto bien agudos, pero es en "So Sad About Us" que su maestría como compositor de canciones se pone en evidencia quizás por primera vez. Es pop perfecto, con una historia de desamor agridulce y reflexiva, un estribillo memorable y melancólico a la vez. De más está decir que es la canción de A Quick One de la que más versiones se han hecho.

La reedición en CD es de esas que realmente valen la pena. "I've Been Away", "Doctor, Doctor" y "In the City" de Enwistle permiten apreciar su sentido del humor macabro y ácido. "Barbara Ann" de los Beach Boys, el cover de "Batman" de Neil Hefti, y sobre todo "Happy Jack", otra viñeta cómica y algo infantil para la que se llegó incluso a filmar un video promocional en el que los Who aparecían disfrazados de ladrones y terminaban envueltos en una guerra de tortas.

A Quick One puede no ser el disco indispensable de The Who, pero tengamos en cuenta esto; cualquier disco de los británicos es preferible a la mayoría de las producciones de otros artistas. Por si fuera poco, es una radiografía, un excelente registro de lo que la banda de Daltrey, Enwistle, Townshend y Moon estaba atravesando a mediados de la década del sesenta.







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The Who - The Who Sell Out
The Hollies - King Midas In Reverse / Dear Eloise
The Beach Boys - The Beach Boys Today!





domingo, 4 de octubre de 2009

Wilco - Being There


Discos “conceptuales”, esos que tienen un hilo conductor que relaciona el contenido, hay muchos, muchísimos en realidad. Ahora, discos de este tipo que funcionan, que cumplen con su promesa inicial, hay menos; son pocos, en proporción con los discos “normales”, por supuesto. También hay que decir que no abundan los grupos como Wilco. Ellos representan a ese Estados Unidos que no se mira al ombligo, que no mira de costado a las minorías y que de ningún modo aplaude las bestialidades que comenten sus gobernantes. Es la gente que piensa, y que -por ende- también escucha.

El eje temático de Being There, el segundo trabajo de estudio de uno de los baluartes del llamado Nuevo Rock Norteamericano, es el rock y la manera en que nos relacionamos con él. Como oyentes, como fanáticos, como estilo de vida e incluso como creyentes a ultranza. Consigue transmitir su cometido, vaya si lo consigue. Jeff Tweedy, el líder indiscutido, hace un recorrido por todo lo que significa para él ser un fanático del rock, cómo nos puede elevar como individuos, cómo puede hacer que nos evite -y acompañe- situaciones de pobreza espiritual y qué se siente cuando la música es simplemente un bálsamo que nos hace olvidar todo lo que nos rodea. Puede parecer algo tedioso en los papeles pero Tweedy es demasiado avispado para dejar pase eso y se encarga de que la música sea lo sufientemente ecléctica, divertida e interesante.

Being There es una montaña rusa, a lo largo de dos discos (¡Encima es doble!) vamos a encontrar citas a los Stones de la época de oro, a Neil Young en sus dos vertientes más celebradas (acústica y furiosa), al power-pop de fines de los 70's (atención con "I Got You (At the End of the Century") e incluso a los Replacements más descontrolados y etílicos en el tema que cierra la placa; "Dreamer In My Dreams" un derroche de optimismo guitarrero al borde del desbarranco. Pero por suerte Wilco no se contenta con la mera y aburrida recreación de estilos de antaño, al contrario, se las arreglan para sonar actuales y reciclar para innovar. Así es como "Misunderstood" con su estallido instumental sólo podría haberse dado en esta época y lo mismo sucede con "Outtasite (Outta Mind)". Como muchos grandes discos este último aparece más adelante a modo de reprise, con el título levemente modificado: "Outta Mind (Outta Sight)". “Fui domesticado por el rock & roll. Fui salvado por el Rock & Roll” canta Tweedy con voz quejumbrosa en "Sunken Tresure" con un acompañamiento de folk destartalado, en uno de los varios picos emotivos que aparecen desperdigados a lo largo de Being There. Claro, uno tiende a verse reflejado en ese contexto.

Being There le roba el título a aquella genial comedia en que Peter Sellers le ponía el cuerpo a un jardinero simpáticamente idiota que de un día para el otro pasa a ser una especie de filósofo contemporáneo sin quererlo. El film se burla de las costumbres snobs, del papel que juegan los medios de comunicación alienantes y de la tilinguería intelectual de cierta clase social. Being There, el segundo disco de Wilco, a su modo, hace exactamente lo mismo.








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Wilco - Summerteeth
The Jayhawks - The Sound of Lies
The Replacements - All Shook Down




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