Nunca cuento anécdotas personales pero en este caso me veo casi obligado a hacerlo. Hace unos diez años o más me invitaron a verlos en vivo. No daba un centavo por el show, una banda que hacía ya veinte años que no tenía disco nuevo, que vive del pasado y demás cuestiones que hacían que el ánimo y las ganas no estén en el mismo canal. Cuando salieron al escenario la cosa pintaba mejor y al primer tema ya había bajado la guardia. El sonido era excelente y el lugar más bien chico, Duncan “Kid” Reid se movía en el escenario frenéticamente, parecía tener como mínimo veinte años menos. Flanqueado por dos históricos: Honest John Plain y Matt Dangerfield, que también cantaban y hacían unos coros muy prolijos, algo infrecuente en este tipo de bandas. El concierto duró una hora y un poco más y en ningún momento experimenté el menor signo de aburrimiento, bailé, me divertí y emocioné como pocas veces. Después me puse a pensar en qué fué lo que había pasado ahí y la respuesta fue clara y contundente; son las canciones. Esas canciones.
Se formaron a mediados de los setenta, como tantas otras bandas de su generación y medio que por edad, vestimenta y actitud se los metió en la enorme bolsa de gatos que era el punk. Algo que fue bueno y a la vez malo para The Boys. Ya en el primer disco, aparecido en el histórico 1977, había una versión de “I Call Your Name” de los Beatles, un tema olvidado al que le inyectaban una nada despreciable cuota de adrenalina. Pero en ese gesto quedaban claras las intenciones de la banda, mientras que los Sex Pistols echaron a Glen Matlock porque -supuestamente- “le gustaban demasiado los Beatles”, según declaró John Lydon, ellos metían una versión de la banda que ahora estaba bien odiar o despreciar.
En
definitiva, The Boys siempre fue una banda que apreció la melodía, el coro
pegadizo y la canción pop en el sentido estricto y si se quiere tradicional de
la palabra. Clasicistas que cayeron justo en la era moderna, un poco con viento
a favor y otro tanto en contramano. Nunca encajaron del todo en ningún lado
pero los cuatro discos que hicieron en cuatro años son fabulosos.
Algunos insisten en meterlos dentro del power pop, algo que no sería
descabellado pero no vamos a entrar en esa discusión ahora. Boys Only, cuarto y
último LP de la etapa clásica es la destilación perfecta de todo lo que habían
mostrado en los tres primeros. Acá la banda compone himnos, sin demasiadas
pretensiones más que rockear y dejar la melodía bailando en tu mente por un
buen rato. “Weekend”, “Satisfaction Guaranteed”, el homenaje a John Wayne “Miss
You”, “Gabrielle” (un eterno favorito) y “Poor Little Rich Girl” son solo algunos
de esos temazos inoxidables. Desempolvalos y te desafío a olvidarlos. No vas a
poder.
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