lunes, 19 de julio de 2021

Kris Kristofferson - Border Lord


El clásico síndrome del tercer disco. Para el primero tenés toda la vida para hacerlo, componerlo, escribir sus letras, analizarlas y corregirlas. El segundo es muy probable que se arme con canciones que sobraron de aquel primero. ¿Y el tercero? Es el que suele traer problemas. Aunque hoy en realidad los tiempos cambiaron muchísimo con respecto a eso. Antes era muy probable que alguien con un talento grande haya sido “descubierto” y que alguien haya puesto un contrato bajo sus narices, de esos que garantizaban que el tipo iba a hacer cuatro discos en dos años, o algún otro acuerdo de esos de explotar-gallina-huevos de oro que hoy sería ridículo, casi imposible.

El disco debut de Kris Kristofferson la rompió y más o menos lo mismo pasó con el segundo, The Silver Tongued Devil and I, que sale al año siguiente. Los dos son trabajos que tienen canciones que han sido versionadas, son discos “de cantautor”, puntos de referencia de varios, muchos pararon la oreja ante esas canciones que parecían hechas por una suerte de cowboy zen en estado de gracia. Elvis, Janis Joplin, Johnny Cash, Willie Nelson, son sólo algunos de los tantos que grabaron sus temas.

A lo mejor es por eso que Border Lord, su tercer LP de estudio, no es tan apreciado como aquellos dos primeros, no hay tantas versiones de sus temas. Para mi gusto no tiene nada que envidiarle y, desde lo estrictamente musical, hasta tiene algunas sutilezas que en los primeros no aparecían. “Josie”, “Burden of Freedom” y “Stagger Mountain Tragedy” son los encargados de abrir el fuego acá y si alguien me puede mencionar una trilogía de apertura comparable, soy todo oídos. Para cerrar la cara A está “Somebody Nobody Knows” en donde evoca sentimientos de soledad y desolación como pocos lo han hecho, antes o después, “alguien que nadie nunca ha conocido, llorando donde nadie puede oír, alguien muriendo en soledad, en una ciudad en la que a nadie le importa”. Definitivo. Para arrancar la cara B tenés otro temazo de la mano de “Little Girl Lost”, que es uno de esos retratos escalofriantes, de esos que tan bien le salían, la piba drogona que anda perdida, endiablada, triste y dando lástima. Como compositor se la juega acá, con tres cambios de ritmo y atmósfera bien definidos. Que no haya una versión de este tema habla mal de la gente que seguía la carrera de Kristofferson. Sí hay una del siguiente tema, de “Smokey Put the Sweat On Me”, a cargo del gran Lee Hazlewood, en su disco Back On the Street Again.

No se puede negar que el fuerte de Kristofferson son las letras, pero si tenés ganas de ignorarlas, el tipo tiene una buena voz, canta con personalidad y la música y los arreglos están muy bien, sirve de música de acompañamiento para lo que se te ocurra y si prestás atención y estás para una inmersión podés hacerlo. Cuando quieras.







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