Este tipo vino al mundo en el momento equivocado. Si hubiese hecho lo que hace en la primer mitad de la década del setenta, estaríamos hablando de una super-estrella a la altura de Neil Young o de Joni Mitchell. Es un cantautor, lo que algunos llaman un songwriter, palabra que no termina de tener traducción porque en los países de habla hispana no son tan frecuentes. Se me ocurre Charly García como un “escritor de canciones” pero no, no podría ser. Sus conocimientos de teoría musical hacen que salga automáticamente de la secta. Un songwriter no necesita demasiadas herramientas musicales. Si la intención de su canción es fuerte, si la idea rectora tiene el poder suficiente, la música puede pasar a un segundo plano, sin problemas. ¿Algún ejemplo? Está lleno. “Both Sides Now”. Es la persona que se da cuenta de que en un momento de la vida, tener razón o ser -o no- culpable pasa a ser secundario, que hay que estar del lado de la otra persona. Con esa idea la canción se escribe sola. “My Back Pages”, algo parecido, es el despertar que produce saber que nada es absoluto, que blanco y negro son relativos y que “me convierto en mi enemigo en el instante en que predico”. Si tenés algo así, tenés una canción. No muchos coinciden en este modo de verlo, hay muchos caminos válidos a la hora de acercarse a la composición.
Pero este es el camino que elige Simon Joyner. El del cantautor en el sentido clásico de la palabra. Una especie en extinción. Esto último no parece desalentarlo porque ya lleva grabados más de veinte discos de estudio. Es muy prolífico. Hoy en día es difícil seguir a alguien que saca tanta música a la calle, sobre todo teniendo en cuenta la infinidad de opciones, de alternativas que existen. Nadie espera un lanzamiento de nadie. Igualmente pensar en qué tipo de recepción va a tener una obra no hace más que conspirar contra el trabajo. Encima es una tarea difícil, solitaria y no siempre da recompensas. Leonard Cohen, una de sus claras fuentes de inspiración, nunca hizo muchos discos. Hasta se tomó casi diez años entre Ten New Songs y Dear Heather. Aparecía cuando sentía que tenía algo para decir.
Joyner
también tiene mucho para decir y es un poeta con todas las letras. Deja que la
conciencia fluya, no tiene miedo de que se pierda el significado y no duda en
que el sinsentido haga lo suyo. Tiene varios tipos de canciones, digamos que su
paleta musical es amplia. Puede partirte el corazón con apenas su voz y una
guitarra acústica o puede encarar para el lado ruidoso, heredero de Velvet Underground.
Pocos acordes, suciedad, mugre y mucha actitud. En Out Into the Snow ya llevaba
varios años haciendo música y grabando discos. No hay mucha diferencia con sus
discos anteriores, no le hace falta, es un escritor de canciones y, si tiene
algo como “The Drunken Boat”, con nueve minutos de desolación y una poesía
conmovedora, puede darse ese lujo.
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Simon Joyner - Hotel Lives
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