Este sería uno de esos discos hechos para “subirse al tren del éxito”. Blaxploitation. Por ahí viene la mano. El género que surge a partir de Super Fly, de Curtis Mayfied. Sería una música que relataba las penurias y vivencias de la comunidad afroamericana en la primer mitad de la década del setenta. En su momento fue furor, incluso artistas como James Brown hicieron sus intentos por este lado, con la banda sonora de Slaughter's Big Rip-Off, aunque se podría decir que es un poco lo que venía haciendo. Se podrían chequear álbumes como The Payback y Hell, más o menos aparecidos en esta misma época.
A diferencia de otros proyectos como este, que podrían activar de inmediato las barreras del prejuicio, acá hay una calidad indiscutible. Si esto es imitación, que tranquilamente podría ser cierto, hay que reconocer que está tan bien hecho que uno puede olvidarse de ese detalle menor.
Apenas empieza, con un instrumental demoledor, con esas guitarras metralleta tan típicas de los policiales de San Francisco, con coches feos saltando en las esquinas, se nota que el asunto va en serio. “Hunter Street” tiene algo genérico por un lado, pero hay un momento musical en que la banda se queda en un acorde y levantan vuelo. Hay conocimiento de causa. En el segundo tema, “Buttermilk Bottom” el cantante cuenta una historia de reviente, con una advertencia, es un cachetazo de realidad. Callejero al máximo.
Si das vuelta el disco y ves la contratapa, terminás de entender todo. Cinco tipos vestidos como los Temptations de la época en que eran vanguardia, de la mano de las producciones del gran Norman Whitfield, con discazos como The Sky’s the Limit, Masterpiece o Psychedelic Shack. Abajo hay cinco columnas listando los músicos, bronces, cuerdas, voces, sección rítmica y vientos (maderas). En total deben ser treinta personas, como mínimo. Y se nota en cada uno de los surcos, por ejemplo en “Vine City”, otro instrumental encargado de cerrar la cara A del LP original, en donde los arreglos son impresionantes. Te marean, psychedelic soul le dicen algunos a esto y algo de sentido tiene la etiqueta esta vez.
Al parecer esto fue
el proyecto del productor Thomas Stewart, quien estuvo al servicio de gente
como Clarence Carter, Millie Jackson, Johnnie Taylor y demás luminarias de esta
música extraordinaria. Un mundo en el que, una vez que te metés, no salís más.
Y te podés llegar a encontrar cosas como esta, el único disco de The Spirit of
Atlanta.
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Chequear también:
Isaac Hayes - Shaft
Gil Scott-Heron / Brian Jackson - Winter In America
Melvin Van Peebles – Sweet Sweetback's Baadasssss Song (An Opera)
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