Empieza con un “tema bobo”, la especialidad de la casa, podría decirse. “I’m Dancing in the Show Tonight”, sería como un “Yellow Submarine” de la Generación X. Esto es mediados de los noventa, ’97 para ser precisos, el sexto disco de estudio Aaron Freeman y Mickey Melchiondo, Gene y Dean Ween, para los amigos. Una banda que nunca le tuvo miedo a la payasada, de hecho, me atrevo a decir que si no hubieran tenido ese perfil de “banda en joda”, serían más apreciados. Son unos músicos increíbles. Y en The Mollusk hay varias demostraciones.
Ellos casi siempre hicieron discos con conceptos fuertes por detrás, en este caso hay cierta temática nautica en las canciones, navegación, el mar. La tapa de Storm Thorgerson también delata un costado de rock progresivo en cuanto a las composiciones. Supuestamente es el homenaje género, una reivindicación a un estilo con no pocos detractores. Igualmente esto sólo podría ser Ween, sólo ellos podrían arreglar un temazo como “Mutilated Lips” de la forma en que aparece acá. Con esas voces ridículas, esa letra, el título… solo en el planeta que habitaban estos marcianos. Un mundo lleno de chistes internos, ideas descabelladas, espontaneidad y música. Mucha música.
Vale recordar que The Mollusk viene después de otra movida insólita, 12 Golden Country Greats (que en vez de doce tiene diez canciones) en donde demostraron su amor por la música tradicional yanqui, sin dejar de lado la impronta Ween, con esas letras ridículas y chistes escatológicos.
“The Blamey Stone” es un tema de marineros borrachos cantando al unísono, justo antes de que se arme el revoleo de trompadas. Podría haber estado en cualquiera de los cuatro primeros de los Pogues sino fuese por la letra, ridícula a más no poder. “Si no encuentro algo de pan fresco pronto, te voy a dar una piña en la cara y voy a aullarle a la luna”. Después sigue “It’s Gonna Be Alright”, otro acierto rotundo. Vendría a ser uno de esos temas flotadores de Pink Floyd como el que arranca Meddle, “Grantchester Meadows” o “Childhood’s End”. “The Golden Eel” bien podría ser una especie de “21st Century Schizoid Man” moderno, con un costado diabólico, oscuro. Poderoso. También está el homenaje a Syd Barrett con el título de esa maravilla que es “Waving My Arms In The Air”, de su segundo LP como solista, pero acá en vez de los brazos agitan… ¡la pija!
Y por supuesto
acá está “Buckingham Green”, una obra maestra, difícil de describir con
palabras, nada mejor que escucharlo, una y otra vez. Ahora, ya, siempre.
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