martes, 7 de enero de 2020

Shocking Blue - Scorpio's Dance


Un acorde menor arpegiado en una guitarra, interrumpido por otro con distorsión, violento. De repente la música para y sale un riff de piano. Una voz muy poderosa e hipnótica, no muy lejos de Grace Slick, de Jefferson Airplane. Una vez que el estribillo sonó dos o tres veces, suena una armónica con un motivo medio macabro, al estilo Morricone. “País de Alaska, no conozco un lugar mejor para estar solo” cantan los tipos. ¿No eran holandeses? Por lo visto la fascinación por todo lo yanqui borró cualquier tipo de huella local a Shocking Blue, en Scorpio’s Dance, el tercer LP de estudio que hicieron.

Infravalorado, jamás aparece en esas listas de grandes discos, estuvo fuera de circulación por más de veinte años, nunca se editó en USA y podría pelearle el puesto a varios de la misma camada. De hecho, tiene un agregado especial; el sonido de una banda europea queriendo emular a sus héroes californianos, esa mezcla si se quiere falsa o artificial, termina jugando a favor en el caso de Shocking Blue en general y de Scorpio’s Dance en particular. Al parecer la cantante Mariska Veres tenía sangre gitana y “Daemon Lover” parece confirmar el rumor, un tema que bien podría ser una cruza entre música de origen no-occidental y el sonido de los exponentes más famosos de la generación Woodstock, sobre todo cuando cambia de tiempo y hace ese solo exquisito.
A las composiciones de Shocking Blue no les sobra originalidad pero están bien pensadas, siempre hay alguna decisión que te sorprende, tocan con convicción y el tema que da título está buscando de manera urgente el llamado de Tarantino, para ser usado en una escena de duelo a muerte. “Little Cooling Planet” tiene el obligatorio mensaje ecológico, no deja de ser un acierto, con una línea de bajo sinuosa y unos coros muy pegadizos. Puede que sean una banda muy de su época, pero lo que los hace duraderos es que los temas no son en el plan “buenas vibras y flores al poder”. Hay un costado de maldad, de reviente, una sensación de incomodidad que se transmite. “I Love Voodoo Music”, otro ejemplo perfecto del clima general que se plantea en Scorpio’s Dance, “con solo nombrarlo enloquezco” recita la letra, en medio de unos arpegios de guitarra a toda velocidad, una verdadera trama psicodélica… ¡hasta que aparecen la percusión tribal y los sonidos de pájaros y monos!!!  

“Seven Is a Number In Magic”, que podría traducirse como “siete es un número en magia” no hace más que reforzar la idea, el concepto del álbum y lo mismo pasa con “Water Boy”, temazo con cítara incluída, encargado de cerrar el trato con el diablo, al final. Todo el mundo se acuerda de Shocking Blue por “Venus” y un poco por “Love Buzz” (tema versionado por Nirvana en Bleach) pocos mencionan el evidente hilo conceptual que une las canciones de Scorpio’s Dance. Nunca es tarde para recordarlo.








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