jueves, 23 de enero de 2020

Goat - Commune


Bandas “de diseño”. Con un concepto atrás muy fuerte, una idea rectora que define lo que sí se puede hacer... y lo que no, también. De eso se trata lo de Goat, un concepto muy bien pensado. Se trata de una banda que mezcla la psicodelia y el acid-rock de la era de oro del género, con los ritmos tribales de la música africana, con letras espirituales de religiones paganas y un show en vivo con disfraces, bailes y una estética explosiva. Más de uno saldría corriendo espantado ante una descripción semejante, otros no verían la hora de prestarles atención.

¿Funciona el asunto? Sin dudas. Es un pasaporte directo para entrar en trance, podés dejar de lado las letras vudú de iluminación shamánica (a pesar de que lo proponen no está nada mal) y concentrarte sólo en la música y levitar. Tenés que hacerte cómplice, claro, como siempre sucede en estos casos. Si dejás de lado el cinismo y los prejuicios que nos bombardean a todos hoy en día, esto te puede llevar lejos, muy lejos. Goat se formó hace menos de diez años en Suecia, en donde aparentemente el estado financia a los pibes que demuestran tener una banda y se dedican a la música, les ayudan a comprar equipos, grabar y todo lo que hace falta para hacer andar un proyecto. Con el primer LP de estudio, World Music del '12, la cosa estaba clarísima de entrada y con este, Commune, que salió dos años después, el concepto terminó de redondearse. Acá suenan más afianzados, las composiciones tienen más filo, por momentos hasta asustan, cuando se meten en un groove se zambullen sin pensarlo y allá van; hacia el infinito y más allá. Un buen ejemplo sería “The Light Within”, en donde ya el título habla de las intenciones líricas de los muchachos, la música es una mezcla entre Black Sabbath y Tinariwen, oriundos de Mali, en el corazón de África y banda sonora oficial del desierto del Sahara. El patrón de batería es raro e insistente, los riffs de guitarras podridas le contestan a unos coros femeninos endiablados… depende de cómo te agarren, te pueden llegar a dar un buen susto. “To Travel the Path Unknown” (sería algo así como ‘viajar por el camino desconocido’) también tiene ese clima etéreo y asfixiante, bien de bad-trip, a la altura de los mejores Amon Düül II, los de Wolf City o incluso antes, cuando zapaban y apretaban el botón de grabar, en Phallus Dei. Es un instrumental corto, pero tiene onda, plantea un clima y sirve para preparar el despegue que propone el disco a partir del tema siguiente, el ominoso “Child Star”.

Nunca va a ser una música que va a tener un alcance masivo, digamos. De ningún modo van a reemplazar a U2 o a los nuevos reyes del supuesto pop actual, manufacturado de acuerdo a estudios de mercado. A pesar de eso, Goat tuvo una recepción relativamente auspiciosa, tocan en  muchos festivales europeos y cierta prensa especializada se cansó de elogiarlos. ¿Qué les depara el futuro? Ya lo veremos…







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Chequear también:
Goat - Requiem
Brainticket - Cottonwoodhill
Grobschnitt - ídem [1er. LP - 1972]



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