lunes, 16 de noviembre de 2020

Malo - Evolution


Muchos necesitan argumentos extra-musicales para engancharse con una bando o solista. Un versito de esos para cancherear con amigos. “El cantante era adicto a la naftalina” o “una vez se agarraron a piñas en Varsovia y murió el baterista”. Es lo mismo que pasa con esos recitales en estadios en que hay petardos, pantallas gigantes y demás distracciones para quienes suelen aburrirse. De eso no hay mucho en Malo, no hay casi nada en realidad. Se puede contar que es la banda del hermano de Carlos Santana, Jorge, también guitarrista y un líder no tan omnipresente. A diferencia de los creadores de Abraxas, esta es una banda menos cósmica, pero igual de caliente y virtuosa. Tuvieron un éxito grande con “Suavecito” de su primer álbum -homónimo- del '72, tema que ha sido declarado himno chicano por derecho propio.

“Moving Away”, el primer tema de Evolution, tercer LP de estudio en menos de un año y medio, ya es impresiontante, la banda se encierra en un groove monstruoso y ahí le dan. Hay lugar para solos de varios instrumentos, la canción pasa casi a segundo plano y se podría decir que esto es en realidad una zapada bien organizada. En “I Don’t Know”, con un final lisérgico a más no poder, aparece la influencia de bandas como Chicago y Blood, Sweat & Tears, con esas secciones de vientos tan características de la primer mitad de los setenta. El cantante Arcelio García y Francisco Aguabella (percusionista) son los que firman “Merengue”, con unos solos de guitarra incendiarios, acá sí que se preden fuego estos muchachos. Bien podría haber estado en Santana III o en Caravanserai. Estos ritmos a toda velocidad eran todo un desafío para los músicos, había que tocar bien y esta gente lo hacía, cumplían con creces. Escuchar el encargado del cierre del lado A es una demostración cabal de las habilidades de Malo, un tema representativo del sonido de la banda. Cuando parece que se va a terminar, en un lento fade-out, vuelve con toda la fuerza y otra voz líder. Interesante recurso.

Para cambiar de onda y dar un respiro aparece “All for You”, la balada obligatoria del disco, con unas armonías vocales para tener en cuenta. Aporta dinámica y variedad musical, es claro que pensaban en la manera de secuenciar el disco, en un concepto cerrado. “Dance to My Mambo” es exactamente lo que su título indica, bien afro-cubano, a toda velocidad, contagioso y fiestero. “Entrance to Paradise” es un instrumental a puro hammond. Para el cierre hay fiesta, de la mano de “Street Man”, otro ritmo aplastante, de esos que podrían durar una eternidad si la banda sigue tocando con esa intensidad.

Después de este disco se produce un éxodo masivo, varios integrantes eran tentados por otras bandas y los cambios de personal fueron una constante en la carrera de Malo, que siguió a pesar de todo. En esos primeros cuatro o cinco discos hay fuego en las pistas.







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