Vaya
ejemplo de perseverancia el de los Byrds. Para la época de este disco sólo
quedaba McGuinn de la formación original, la que grabó Mr. Tambourine Man, unos
tres años atrás, inventando de paso el folk rock. En el medio pasó de todo,
psicodelia, peleas, expulsiones, productores
indeseados, giras por todo el mundo, con diferente nivel de éxito y
reconocimiento de colegas. Lo cierto es que a fines de los sesenta no le
vendían un disco a nadie.
Todo empezó con unas palabras garabateadas en una servilleta: “el río fluye, fluye hasta el mar, para cualquier lado que el río fluya, ahí es a donde voy a ir”. Eso puso Dylan en lo que parecía ser el principio de una colaboración, que al final no se dio. Con eso tenían un buen punto de partida y de ahí viene el tema que da título, uno de los dos que fueron a parar a la histórica película con Peter Fonda y Dennis Hopper. Con mucho esfuerzo, compartiendo créditos, con un McGuinn dejando que los integrantes nuevos aporten canciones, más las versiones (otra vez Dylan, Woody Guthrie) hicieron este disco, con un método que a priori no debería haber funcionado nunca. Pero funcionó.
The Ballad of Easy Rider no es considerado un clásico de los Byrds y ni siquiera está en un podio imaginario aunque tiene sus méritos. Tranquilo, reposado, modesto en sus pretensiones pero inmenso en su alcance. Sale adelante por oficio y profesionalidad, cantado y tocado maravillosamente, a tono con lo que pasaba en la época, con aquellos discos de bajada a tierra como American Beauty de los Grateful Dead, bandas como Hearts & Flowers o Nitty Gritty Dirt Band. Incluso el mismo Dylan que reapareció después de Blonde On Blonde y el mítico accidente de moto. Gente de unos treinta años que se daba cuenta de que la vuelta a las raíces podía hacerse sin pecar de reverencia excesiva. Acá aparece por primera vez “Jesus Is Just Alright”, con un entretejido de guitarras muy bien pensado, para combinar con una base rítmica que se luce por solidez y creatividad. Están las increíbles armonías vocales de “Oil In My Lamp”, la oda a un perro del nuevo bajista John York (“Fido”, con solo de batería incluído), el tema de orgullo “nosotros contra ellos” de Gene Parsons, “Gunga Din”, una de las grandes canciones de la última etapa de los Byrds.
Durante años fue considerado un disco menor dentro del catálogo, hoy en día no son pocos los que también reivindican este período, de una de las grandes bandas de la década del sesenta. Larga vida a los Byrds, indispensables. Siempre.
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2 comentarios:
Que va!
Si para mi estas rolas son imprescindibles chaval!
No más que escuchar It's all over now, baby blue, que se me caen los dientes.
Menuda hostia fina de versión, la que más me gusta de todas incluyendo la original.
Solo McGuinn pudo enaltecer la melancolia de esa rola, llevandola al paraíso celestial Byrd con tamaña profundidad sónica vocal.
Aceite en el Soldenoche, otra de mis preferidas.
Y "Jesús está chanante conmigo, haciendo botellín a tope", una de las mejores!
Abrazo chavalete!
Hola Fido! Cuando tengas un segundo contame qué carajo quiere decir "chanante". Suena lindo! Me re olvidé de hablar de "It's All Over..."
Si la habré escuchado en la radio, los viernes pre-programa. Viva el coño tío!
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