Escuchar la discografía completa de una banda que tiene más de diez discos te puede llevar varios años. Porque si tal o cual lo escuchaste una sola vez, no se puede decir que “lo escuchaste”. Sí podés decir que tenés una idea de qué es lo que contiene, si te dan ganas de volver a escucharlo o si con los primeros tres temas ya sabés que no es para vos. Y Thin Lizzy tiene una discografía considerable. No son tantos los LPs que han grabado pero, para lo que duraron en el ring, se puede decir que no perdieron el tiempo. Son más de diez en apenas un poco más de una década y todos tienen algo que ofrecer. Incluso en los menos celebrados, como el segundo (Shades of a Blue…) o la oveja negra que fue Night Life, hay al menos tres o cuatro temas a destacar.
Fighting lo tengo hace años y nunca fue de mis favoritos. Y eso que es el encargado de redondear de una vez y para siempre la personalidad y el sello de los irlandeses. Acá encuentran el rumbo, recién en el quinto, al siguiente la iban a romper con Jailbreak, pero acá ya estaba el asunto. Están las guitarras gemelas, los temas más relacionados entre sí, Phil Lynott destila confianza. Algo que ya tenía de entrada y se fue agigantando con el reconocimiento, la pegada en ventas y esas mierdas.
Hoy le dí otra oportunidad. Y apareció. Como un rayo de sol en una mañana de primavera. Esa iluminación que produce un conjunto de canciones, que un buen día te agarran en plan receptivo o lo que corno sea que pasa. Cuando sucede ese maravilloso caso de epifanía musical, te das cuenta en seguida. Encima lo escuché en sincro con un amigo al que le gusta desmenuzar lo mismo que a mí cuando escucho algo. Cómo están hechas las canciones, dónde y cómo aparece un puente, qué redoble mete el baterista para salir del estribillo. Son esas nerdeadas musicales que no le importan a nadie. Y está bien que así sea. Quien puede escuchar música, que todo eso le chupe un huevo y sólo lo disfrute porque le dan ganas de bailar (por ejemplo) tiene también el cariño y el refugio que sólo esto puede darte.
Y es un discazo. No es perfecto, al final hay dos rellenos evidentes. Igual esos temas son super escuchables, ellos tocaban demasiado bien. A ese baterista, Brian Downey (lo gugleé. JA!) lo podría escuchar dos horas tocando la tapa del inodoro. Y si te gustan las guitarras acá tenés un menú de restorán cheto de sos a los que nunca podremos acceder. Y Phil Lynott. Uno de los grandes héroes, colosos de la música popular y con todo el merecimiento. No sabría con quén compararlo. ¿Con Joey Ramone? Sí, es un héroe pero de otra forma. No sé, no importa, para mi Phyl Lynott es equivalente a lo que era el Hombre Araña cuando era un niño. Como cantante es extraordinario, un fraseo propio, el timbre, puede roquear durísimo y si hace una balada te parte el corazón. Y sus letras, melodía, arreglos, como compositor de rock, cuando pica alto (“King’s Revenge”… EL GRAN tema de acá) no hay quien le haga sombra.
Llegó tarde pero
seguro. Fighting. Discazo.
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Chequear también:
Thin Lizzy - Vagabonds of the Western World
Thin Lizzy - Johnny the Fox
Phil Lynott - Solo In Soho
2 comentarios:
Soy como vos y tu amigo, me interesan esos detalles y esos matices más que nada en el mundo. De 1975 a 1980 Thin Lizzy es uno de los mejores grupos en activo (como AC/DC, Neil Young, Bruce Springsteen, los Dictators, Motörhead o los Ramones, por ejemplo), y todo comienza gracias a "Fighting". Discazo, sí, señor. (Y fantástica la comparación con Joey Ramone.)
Un abrazo desde Carabanchel, Mariano.
Hola Gonzalo! Como andás? Coincido plenamente. Hace rato que no me doy una vuelta por tu blog. Prometo hacerlo ahora mismo.
Gracias por el mensaje!
Gran abrazo!
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