No hay ninguna banda como esta en el mundo. Tienen algo de rock moderno, actual, influencias de los últimos veinte o treinta años y un conocimiento enciclopédio del pasado, la prehistoria del rock. El riff con que empieza el disco, demencial, pesadísimo, con su cuota de complejidad, bien podría haber estado en Red de King Crimson o algún disco de los noruegos Motorpsycho, vaya uno a saber. A lo mejor surgió de una zapada de altísimo vuelo. La parte instrumental es demoledora y ahí nomás va a parar a un motivo Master of Reality, acá el diablo metió la cola. No me jodan. ¿Cuánto hacía que no escuchábamos algo así? Y esto es sólo el comienzo.
“Son los relatos del momento en que todo cambió”. Hay un eje conceptual. Puntos extra. Y encima hasta una suerte de propuesta. Una opción para afrontar la realidad espantosa en que estamos todos envueltos y somos cómplices tácitos, vale recordar. “Tenemos que regresar al jardín” cantaban -armonizando prolijo- Crosby, Stills, Nash y Young, en aquel tema de Joni Mitchell. El sueño hippie fue amasijado pero quedan sobrevivientes, la idea no estaba tan mal, que alguien la siga recordando tiene su mérito y más en pleno siglo veintiuno. Volviendo a las cavernas se llama el disco número doce de Pez.
La gran virtud de Ariel Minimal es el extraordinario licuado de influencias, que prepara y sirve fresco. No le hace asco a nada. Los Misfits conviven pacíficamente con los Grateful Dead en su burbuja imaginaria. Black Flag no mira para otro lado cuando pasa por la mansión de Color Humano y Aquelarre. El resultado es una música extraordinaria. ¿De qué otra banda en el mundo podría salir un tema como “¿Y ahora de qué vamos a hablar?”. Con zapada cósmica incluída, muy destacable lo de Pepo Limeres en las teclas. Las guitarras vuelan por el aire, esto es rock espacial moderno, es progresivo en el mejor sentido, de la palabra, sin el costado masturbatorio del género. No es música liviana, para “escuchar de fondo” en una fiesta animada, es probable que no ingrese de manera inmediata, que te hagan falta un par de escuchas para “hacerte amigo”. En mi caso, en la primer escucha “compré”, estuve convencido de que estaba ante algo nuevo, valioso, diferente. Acá hay de todo y para todos, hay salvajismo, punk rock, estilo, disonancias aplicadas magistralmente, ruido blanco, jazz (sobre todo en "Aferrándonos...") y mucho, pero muchísimo rock.
¿Quién sabe?
A lo mejor aquella leyenda, eso de que todavía en algún lugar quedan humanos, sea
cierta. Incluso pueden llegar a estar acá nomás, a la vuelta de la esquina. Aunque
eso es menos probable.
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Chequear también:
Pez - Frágilinvencible
Los Fabulosos Cadillacs - Fabulosos calavera
El Siempreterno - Hacia el mar de carbón
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