Eddie Floyd - You've Got to Have Eddie

Nunca faltará el que te diga que si ves que tiene el sello de Stax (o Volt) y el precio es razonable, lo lleves tranquilo. Hay mucho de cierto en esa afirmación. Desde el ascenso a mediados de los sesenta, la ruptura con Atlantic, hasta el final como compañía independiente y cierre por quiebra, a mediados de los setenta, casi todo lo que sacaban a la calle era de muy bueno para arriba. La cantidad de discos imprescindibles que han apadrinado es sorprendente, admirable, con un perfil a nivel sonido, producción, composición y grabación.

Eddie Floyd ya no eran tan exitoso cuando sacó You’ve Got to Have Eddie, estaba lejos de aquel hit que fue “Knock On Wood” dos años antes, a pesar de eso seguía vendiendo regularmente, la gente seguía yendo a sus conciertos y grababa con frecuencia. De todas maneras, este disco pasó desapercibido. Injusticia.

Agarrá cualquiera de los grandes discos de Al Green para Hi Records, de los Temptations de la era Norman Whitfield o la época mágica de Curtis Mayfield y compará con esto. No tiene nada que envidiarle. “Don't Tell Your Mama (Where You've Been)”, uno de los pocos de su autoría, fue el corte de difusión, el tema vendedor del LP y es escucharlo para entender por qué; es un temazo, una bomba de soul y R&B, grasoso, sureño hasta la médula. “Proud Mary” de Fogerty y el tema que cantaba Tom Jones (“It’s Not Unusual”) son los que se reconocen inmediatamente, en ambos casos Eddie Floyd deja todo en la cancha para sacarlos adelante, se los calza como un traje hecho a medida. 
Esta era una época de cambios bruscos, tipos como Bobby Darin o Del Shannon eran hippies de un día para el otro, entendían que el cambio estaba por venir y no faltaba el que se subía al tren del éxito para vender algún que otro disquito. “Long Line Rider” de Darin es uno de los grandes temas del disco. ¿Elegiría él los temas que iba a grabar o dejaba todo en manos del productor o manager? No importa; acá está la música que no ha perdido una pizca de vigencia. Impresionante “Satisfy My Hunger”, otra bomba de funk-gospel de la pluma de nuestro héroe del día… ¡y cómo lo canta!

Un disco relativamente olvidado, indispensable dentro del subgénero que algunos llaman “soul sureño”, también puede ser un ejemplo perfecto de punta del iceberg, como para ponerse a investigar algo que no tiene fin. Y muy pocos pasos en falso.







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