domingo, 12 de febrero de 2017

Joan Manuel Serrat - Dedicado a Antonio Machado, poeta


Escucho el bajo de “Cantares”, antes de que el tema explote, con esos arreglos orquestales de su socio Ricardo Miralles y se me va poniendo la piel de gallina. Escuché este tema un millón de veces y aun así me sigue provocando la mejor de las sensaciones que puede llegar a producir la música que uno ama; emoción. Pura y sin adulterar. Nunca entendí del todo las letras, todas de Machado, como el título bien lo indica, pero… ¿hace falta “entender” la poesía?

Todo el mundo conoce a Serrat, al menos en Argentina, quien no escuchó al menos diez de sus temas vive en otro planeta y, quizás por eso mismo, muchos no se lo bancan. Porque suele ser música “que escuchan tus viejos” y un millar de descalificaciones que no hace falta repetir. Pero llega un momento de la vida en donde, afortunadamente, uno deja de pensar en ese tipo de cuestiones y, lo único que te importa a la hora de escuchar un disco, es si te gusta o no. Te interesa o no. Todo lo demás, las connotaciones, el género al que pertenece, esas pavadas, pierden relevancia.

Está secuenciado y pensado como disco, después del gran “Guitarra del mesón”, viene el ligero y jocoso “Las moscas” (“Yo sé que os habeís posado sobre la carta de amor, sobre los párpados yertos de los muertos”) que también tiene unos arreglos preciosos. Siempre me parecieron impresionantes los colores que aporta Miralles, el pianito que suena muy de fondo en “Llanto y coplas” es de una delicadeza impecable, a la altura de lo que hacía Nicky Hopkins en los discos de pop piscodélico inglés. Después viene uno que merece un párrafo aparte y es el sobrecogedor “La saeta”. un tema por el que eternos sórdidos como Nico o Scott Walker hubieran donado órganos vitales. Serrat lo canta en un tono altísimo, arreglos exagerados y letra anticlerical e iconoclasta… no por nada tuvo más de un problema con el gobierno de facto de Franco, en una España que todavía era considerada parte de África, por aquel entonces. En el mismo orden se puede ubicar a “Españolito”, que dice todo lo que tiene que decir en apenas dos estrofas. Para el final queda una joya absoluta;  “Parábola”, una de las grandes canciones olvidadas del cantautor ibérico.

Sin contar los discos en catalán -que son unos cuantos- este sería el segundo disco en castellano de Joan Manuel Serrat, cerrando una década turbulenta y al borde de otra muy interesante en su carrera, la del éxito internacional y de discos fundamentales como Mediterráneo. Queda para el siguiente capítulo…







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5 comentarios:

Centrofovar dijo...

Sos un genio, pá. Esta reseña es un gesto de valentía ante la andanada de prejuicios que podría uno tirar ahora como lista de supermercado, pero que resumís en una frase: "es la música de tus viejos". Y en mi caso no es menos cierto: si bien en casa se escuchaba bastante rock/pop (siempre reivindico la influencia de mis padres en la confección de mi gusto), ahí estaba Serrat et al., en particular su muy buen disco en vivo con el cual, debo decir, me quemaron la cabeza.

Nunca escuché este álbum, y ahora que recuerdo, está entre los discos de mi suegro en la casa que tiene en la costa, solo que siempre lo ignoré olímpicamente; si voy ahora en semana santa lo voy a pinchar y capaz que hasta me lo traigo. Tiene algunas cosas muy buenas y bien conservadas, y como ya nadie les da ni cinco de bola, este verano me guardé en la valija de uno importado de Ella Fitzgerald del sello Verve y uno de Edith Piaf en vivo. Y hay un box set TRIPLE del Trío Los Panchos im-pe-ca-ble, que es para darse una panzada y que hace años que lo estoy mirando feo.

Sea como fuere, si bien gracias a esa rara colección giro bastantes discos de otros géneros, hace rato que no me entrego a gusto a algo por fuera del rooack, creo que la última fue hace más de una década cuando tenía una compañera de laburo que ponía una y otra vez el disco "Eco" de Jorge Drexler, que hasta me llegó a gustar; tenía dos o tres temas por los cuales cualquier banda indie actual vendería el alma al Adversario.

Abrazo!


Beefheart Smiles dijo...

Que lindo tener una casa en la costa! Y con discos!!! Me dió mucha envidia tu comentario, debo admitirlo. Yo me fui la semana pasada, había dos disquerías... levanto uno de los tres o cuatro discos imprescindibles del Gato Barbieri, compruebo su estado semi-calamitoso, pregunto precio y obtengo un desganado "ochocientocincuenta pesos". Me terminé comprando diez CDs.

Centrofovar dijo...

jaja absurdo. Me hace acordar a esos puesteros timadores de San Telmo, que te piden una fortuna por mierda; es un circuito de principiantes o del que quiere perder guita.
En Miramar hay una sola disquería, que cada vez que voy está peor. Ya tiene un 70% de material exclusivamente trucho (y malo). Y pensar que hace unos años ahí conseguí unos cassettes 0km buenísimos.

Beefheart Smiles dijo...

Epa! como sería eso de "trucho"? Discos malos o piratas?

Centrofovar dijo...

Recontra pirata y malo en su mayoría. Lo único bueno original que tienen es lo obvio, lo que se ve en las remeras de la gente, Metallica, AC/DC etc. Ninguna posibilidad de toparse con una sorpresa.

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