Resulta difícil creer que el pibe tiene veinticinco años. Tiene un bagaje musical impresionante, cuando se acerca al micrófono,
lo hace con una personalidad indiscutible, domina su instrumento con maestría
y nunca deja que el virtuosismo se ubique por encima de sus
canciones, evitando hacer un disco “para músicos”.
En “Primrose Green” (supuestamente una poderosa variedad de porro), la primera canción, encargada de titular el álbum, las intenciones de Ryley Walker están claras; esto es folk atemporal, sin patria, con tintes jazzeros, se escuchan ecos de varias luminarias que se ve que Walker ha consumido e incorporado con envidiable habilidad. En “Summer Dress” la cosa se pone jazzera y parece el Tim Buckley de Greetings from L.A., su voz es similar, por suerte evita las acrobacias vocales innecesarias que afectaron algunos de los trabajos del autor de Starsailor, aunque la canción aúlla John Martyn, Solid Air, hasta el contrabajo se parece al de Danny Thompson.
De
todas maneras hay algo que evita que Primrose Green suene a refrito, a algo que
ya escuchamos mil veces antes. Quizás es por el hecho de que son
pocos los que hoy en día se animan a un producto de estas características, de este nivel. Quizás es porque Walker parece ignorar
completamente estas cuestiones, si pretende o no sonar moderno, acá no hay pose, no hay postura, el tipo hace lo que le gusta, no hay cálculo y termina transmitiéndose en la
música. “Griffiths Bucks Blues” es otro ejemplo de variedad adentro de un disco
que, si bien puede encasillarse dentro de un género o sub-género, es un
instrumental con un toque medio celta, con la guitarra en una afinación no
convencional y se nota que el pibe ha estado escuchando a John Fahey, lo cruzó
con Pentangle y Bert Jansch solista, el héroe de la guitarra folk.
Walker es de Estados Unidos, de Chicago para ser precisos pero una escucha a “Sweet
Satisfaction”, con su solo distorsionado (un detalle que amplía la paleta sonora) bien podría ubicarlo en Escocia, a principios de
los setenta.
Uno puede pensar que antes de escuchar a Ryley Walker mejor desempolvar cualquiera de los tres discos de Nick Drake, es una opción muy válida. Pero cuando la música está tan bien hecha y suena cien por ciento auténtica… ¿Por qué no darle una chance?
Escuchalo en YouTube o en Spotify.
Chequear también:
Leo Kottke - My Feet Are Smiling
Tim Hardin - Painted Head
Six Organs of Admittance - For Octavio Paz
2 comentarios:
Pentagle, supongo, no pentagram. No veo a Bobby liebling en su música
:-)
Gracias MAESSSSSTRO. Menos mal que hay gente que sabe mucho y que tiene mucho tiempo libre dando vueltas.
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