Parliament - The Clones of Dr. Funkenstein

Es mucha la información que podemos sacar de nuestros prejuicios, de nuestras presunciones, de la data que anda por ahí, por todos lados dando vueltas. Del mismo modo en que esto muchas veces nos traiciona y nos juega en contra, otras nos ayuda y nos hace dar en el clavo.

Mirás la tapa, Bootsy Collins y George Clinton disfrazados de marcianos (o la interpretación de ellos de la palabra “marcianos”)… hasta ahí todo bien. Medio que todos sabemos quiénes son estos dos personajes. Uno de los dos tiene corpiño y está esposado. La cosa pinta bien. Das vuelta el disco y mirás la fecha de lanzamiento, algo importantísimo. 1976. Viento a favor. Leés los títulos de los temas. “Dr. Funkestein”, “Do That Stuff” y otro que se podría traducir como “Te estuve mirando (mover tu cuerpo sexy)”. Ahí es cuando decís “sí, no puede fallar”.

Y no falla.

The Clones of Dr. Funkestein es el quinto LP de estudio de esta máquina funky y psicodélica y tiene todo lo que tiene que tener un gran disco de P-Funk; los mismos chistes tontos, las mismas letras absurdas y la misma música adictiva y demencial que caracteriza la década brillante de Clinton, tanto con Parliament como con Funkadelic. En teoría Dr. Funkestein... es un disco conceptual, pero hay que estar muy loco para ponerse a descifrar de qué va la cosa, esto es quedarse pegado a los ritmos, al groove, a los arreglos. En eso son maestros, inigualables. Dentro de lo que podría parecer un género acotado, los tipos se encargan de demostrar precisamente lo contrario. Es escuchar cualquiera de las canciones (saquemos esa intro medio al pedo) para darse cuenta de que esto, que ha sido imitadísimo, es inigualable. Por momentos suenan al Zappa (¿sería mutua la influencia?) de Overnight Sensation o Apostrophe (‘), vienen de James Brown y toman cosas de Sly & the Family Stone, pero el prisma de Clinton está clara y saludablemente deformado. El tipo habitaba una galaxia propia y nosotros somos los principales beneficiados de esa demencia.

No son todos iguales los discos de Parliament, nada tiene que ver este con el primero, con el extraordinario Osmium o con Motor Booty Affair (el último gran disco), en cada uno se encargan de generar un momento único, con muchísima personalidad. ¡Y encima se puede bailar!







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Chequear también:
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