"Rainbow Chaser". Cazador de arco iris. Así se llama el primer tema del segundo disco de Nirvana. El título no podría ser más apropiado para el estilo de música. Tiene todas las características de cierta psicodelia inglesa aniñada y barroca típica del período. Encima en este mismo tema supuestamente se registró el primer phasing, que vendría a ser algo así como el sonido envolvente que se produce al alterar las cintas de grabación de manera manual. Recurso utilizado hasta el hartazgo por los practicantes del género y que hoy en día es más fácil de conseguir, gracias a las computadoras. En este caso se produjo por error, por accidente. Gustó y quedó.
Nirvana es escencialmente un dúo formado por el irlandés Patrick Campbell-Lyons y el griego Alex Spyropoulos, grababan para el mítico sello Island y eran producidos por el mismísimo capo, el gran Chris Blackwell, que quizás algún día reciba el reconocimiento que merece. También ostentan el discutible título de ser los primeros en hacer un disco completamente conceptual, el excelente The Story of Simon Simopath, otro de la legendaria “cosecha ‘67”.
La tapa generó cierta incomodidad en su momento porque es un fotograma de una película del director favorito de Hitler, Leni Rifenstahl, mostrando un desfile de líderes de guerra (¡Ahí clarito, está Napoleón!) pasando entre medio de una inmensa fila de cadáveres. En este caso particular… no tiene nada que ver con la música que contiene. Nirvana es uno de esos grupos que tomaron la posta de lo que plantearon los Bee Gees en su primer disco inglés; un pop recargado, de cámara podría decirse, muy arreglado, melodioso, bien cantado y compuesto. Ellos dominan el género de manera magistral y si bien All of Us dista bastante de ser un disco perfecto, en sus momentos clave es sublime y cuando renguea un poco lo hace con un nivel mucho más que aceptable. Como la inmensa mayoría de los discos, en realidad. Escuchen la delicadeza frágil del instrumental "The Show Must Go On", era una época en que los tipos que sabían teoría musical estaban colaborando con los jóvenes de veinte y tantos, cabeza a cabeza, creando la música clásica de nuestros tiempos. O "Tiny Goddess", un joya que también había sido lanzada en formato de simple, comparable a "Whiter Shade of Pale" de Procol Harum, lenta, majestuosa. "The Touchables (All of Us)" fue hecha para una película hoy en día olvidada, pero es tan bueno que lo volvieron a poner también en este disco. Blackwell levantaba el teléfono y movía sus contactos para ayudar a sus protegidos. Durante la grabación fueron invitados a tocar en vivo en una especie de instalación estrafalaria protagonizada por el mismísimo Salvador Dalí, que se encargó de llenarlos de pintura. Campbell-Lyons jura que todavía conserva el saco que le manchó el maestro. Atención también con el último tema del disco, "St. John's Wood Affair", una especie de suite en donde hay una interesante cantidad de ideas bien puestas en sus menos de cinco minutos de duración.
Una serie de infortunios que no vale la pena enumerar (son siempre los mismos) hicieron que Nirvana no llegara a satisfacer las altísimas expectativas que había depositado en ellos Blackwell. Aún así se las arreglaron para hacer otro disco, Markus III, también reeditado recientemente. Unos cuantos años más tarde se volvió a saber de ellos cuando le hicieron juicio a la banda que todos conocemos. Por suerte se llegó a un arreglo y los ingleses terminaron grabando una versión de "Lithium". Linda forma de hacer las paces.