Acá va una teoría: a Ozzy siempre le hicieron los discos. ¿Qué quiere decir esto? Su participación siempre se limitó a cantar. Y a poner su nombre, claro. Componer, arreglar, eso va a parar a manos de colaboradores, productores, gente de la que se rodeó para suplir o disimular sus carencias. Por ejemplo en Black Sabbath, en “Iron Man”, hay un riff impresionante de Tony Iommi, malvado y simple pero super efectivo. Ahí Ozzy se limita a hacer exactamente lo mismo que la guitarra. ¿No se le ocurrió otra idea? El resto de la banda lo dejó hacer, enloquecidos ante el hecho de grabar ese temazo. Son teorías, a lo mejor le dijeron que haga eso. Más adelante, cuando su mujer lo rescató del reviente triste en el que se había zambullido, lo tuvo a Randy Rhoads, un as en la manga. Fue el Mick Ronson de Ozzy y más. Seguramente más. Era un tipo con conocimientos de teoría musical y metía mano en todo, hasta en decirle en qué tonalidad le convenía cantar los temas. En Blizzard of Ozz y Diary of a Madman todo los miembros comparten los créditos de composición y hay olor a injusticia ahí, a gato encerrado. ¿Influye todo esto en la valoración de Ozzy como artista? Hasta cierto punto. Molesta un poco, sobre todo en un género en que la autenticidad es importante. Los discos son buenísimos, eso está fuera de discusión.
Acá ya había pasado de todo, se había cansado de vender y la fórmula necesitaba un poco de aire fresco, también para adaptarse a los tiempos. Empezaba la década del noventa y No More Tears fue lo que necesitaban. Otro sonido, otro tipo de temas, unas baladas extraordinarias y unas guitarras asesinas. Este es el segundo con Zakk Wylde, que había entrado en No Rest for the Wicked, el anterior. Otro al que Sharon le debe al menos cuatro mansiones. Pensé que eran dos pero con una gugleada comprobé que Lemmy figura en los créditos de cuatro temas. Cuatro puntos altísimos del disco. Siempre dijo que hizo más plata con esto que con toda la carrera de su banda eterna. Acá aparece por primera vez “Hellraiser”, que más tarde grabaría Motörhead en March or Die, al año siguiente. Un estribillo inolvidable, unas estrofas de no creer, un acierto categórico. Una de las grandes baladas de Ozzy es “Mama, I’m Coming Home”, podría haber salido en cualquier década y funcionar igual. La parte del puente, aquello de “and I don’t care about the sunshine…” es el momento por excelencia de Mr. Osbourne solista. El principio no se puede creer, acá queda claro todo. Las intenciones del disco, que esto era otra cosa, es “Mr. Tinkertrain”, con la temática del acosador, el fantasma más temido, Ozzy lo canta como los dioses y las guitarras… te fusilan. Lo que sería el lado B para mi gusto cae un poco si comparamos, igual de ninguna manera son temas malos, están bien hechos y coinciden sin problemas con el concepto que plantea No More Tears.
Después de
acá vino el cuesta abajo, con discos aceptables, cumplidores pero ya no
esenciales, como este o los dos primeros. Ni hablar de lo que pasó con ese show
patético de televisión, en donde el gigantesco Príncipe de las Tinieblas fue expuesto
de manera patética, innecesaria. Hoy todavía sigue, poniendo el nombre, todos
saben que en vivo medio que dá lástima. Gene Simmons una vez dijo que cuando
ellos no estén KISS va a seguir, aunque sea con muñecos. Acá ya está pasando.
Escuchar online en YouTube o en Spotify.
Chequear también:
Ozzy Osbourne - The Ultimate Sin
Van Halen - Fair Warning
Quiet Riot - Metal Health
No hay comentarios:
Publicar un comentario