David Kilgour - A Feather In the Engine

Es llamativo ver cómo mientras a ciertos melómanos, la sola mención de The Clean y el tan mentado sonido Dunedin los lleva a babearse de manera inmediata, a otros no les dice absolutamente nada. Hay una explicación, probable; si llegaste a conocer a las bandas de Nueva Zelanda de fines de los setenta, es porque estás metido hasta cuello en esto de escuchar discos, conocer música y sos un poco snob también… ¿por qué no admitirlo? Los discos siempre fueron, son y serán muy difíciles de conseguir, si los ves en algún lado vas a tener que pagar y caro, nadie que los tenga en exhibición va a ignorar de qué se trata, como suele pasar con otras bandas “tapadas” u olvidadas.

Dunedin es la tercer o cuarta ciudad más grande de Nueva Zelanda, uno de los países más aislados del resto del mundo. Si eso influye -o no- en el sonido de aquellas bandas legendarias puede discutirse, lo cierto es que hay una onda propia, una identidad, a lo mejor compartían los discos que se compraban, vaya uno a saber… Flying Nun Records es el sello que editaba a varios de estos grupos y The Clean, la banda de los hermanos David y Hamish Kilgour, no es la excepción. Antes de hacer un LP hicieron un buen puñado de EPs siendo Boodle Boodle Boodle -del ’81- y (atención con este título) Great Sounds Great, Good Sounds Good, So-So Sounds So-So, Bad Sounds Bad, Rotten Sounds Rotten!! dos trabajos que sirven como introducción perfecta, para cualquiera que se está asomando al sonido de las islas oceánicas. El primer larga duración llegó casi diez años después y se llamó Vehicle, que sale en el ’90.

Al año siguiente David Kilgour ya estaba sacando su debut como solista, fue Here Comes the Cars, que tuvo no poca repercusión en el ínfimo mundillo de freaks y marcianos musicales en el que se movían estas bandas. A Feather in the Engine ya es el quinto trabajo de estudio, es una colección de canciones emblemáticas, es considerado un disco importante y tiene sus seguidores. Si conocés The Clean no te vas a sorprender, es una continuación natural, un poco menos aventurero pero suena más prolijo y gana en aplomo, en seguridad. Tiene sus toques de excentricidad, unas composiciones raras que funcionan como separador de las canciones más pop y convencionales. Después del primero de estos, por ejemplo, que se llama “Instra 2” viene “I Lost My Train”, uno de los temas más gancheros de Kilgour.

No te vuelvas loco con esta movida porque te va a costar carísimo, igual muchachos, como bien sabemos, todo está ahí, a una búsqueda y un par de clicks de distancia. Todo… o casi todo.







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