viernes, 3 de agosto de 2018

León Gieco - Banda de caballos cansados


Dos o tres veces ha contado la misma anécdota, que sirve para pintarlo de pies a cabeza; iba caminando por su pueblo natal, Cañada Rosquín, un pueblo chico de la provincia de Santa Fe, por la calle principal. De repente, por los parlantes que habían puesto a la calle en uno de los negocios, empezaron los primeros acordes de “Mr. Tambourine Man”, la histórica versión de Dylan que hicieron los Byrds. León Gieco no sabía qué era, pero inmediatamente se encargó de averiguar. Según él, ese momento le cambió la vida, fue su epifanía. Supo que quería ser músico.

Otra que cuenta con frecuencia es que, al principio de su carrera, antes de poner proa a donde atiende Dios, tenía dos grupos, uno de folclore en donde versionaba a Los Chalchaleros y Los Fronterizos y otro de rock, en el que hacían temas de The Who, Gary Puckett, etcétera. Esa supuesta división fue la que León Gieco borró para siempre desde su primer LP como solista, el homónimo del ’73. ¿Géneros musicales? A derribarlos, ya mismo, la música es una sóla, la que está hecha por amor a la música por un lado, y la que está hecha por cualquier otro motivo (plata, mujeres...), esa siempre existió pero para nosotros no, no perdamos un segundo en ella.

Banda de caballos cansados es su segundo larga duración, aparece en el ’74 y es una continuación de lo que había mostrado en su debut, una progresión natural y espontánea. Lo que hace Gieco que nadie había hecho antes es una traducción del folk, tanto inglés como norteamericano, es Crosby, Stills & Nash, Beatles y Dylan, pero con la idiosincrasia de un tipo con muchas ganas de cambiar el mundo, de mirar al otro, sentirse herido y simpatizar con el que está abajo, en vez de querer aplastarlo. Un ejemplo perfecto es “Un día Baltazar”, que bien podría haber estado en Déjà Vu de CSN&Y, pero que toca una problemática cien por ciento latinoamericana: “un dia Baltazar escribio sobre un galpón, unas frases muy cortitas que decian lo siguiente: "Las tierras deben ser del que las siembra…” Cómo zafó de la censura de aquella época es una buena pregunta para hacerle a León Gieco algún día de estos. “John el Cowboy” directamente es country rock, a toda velocidad, nadie había hecho esto en Argentina y se puede decir que León estaba muy al día con lo que pasaba en el resto del mundo. Otra vez; lo tradujo y muy bien. Este es un disco que no tiene temas históricos, de esos que -hay que decirlo- están un poco gastados y cuesta volver a escuchar, pero el nivel es muy parejo, los arreglos son una delicia, está muy bien cantado y no son pocos los instrumentos de color que agregan condimento al asunto.

León Gieco es poco menos que un prócer en Argentina, eso lo sabemos todos, merecidamente, derribó fronteras y prejuicios y recorrió miles de pueblos evangelizando musicalmente a un país que siempre fue saqueado de la forma más cruel e impune. León, a su manera, luchó siempre contra eso.









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