Esta es la
gran música norteamericana del siglo veinte. Mientras otra música hecha en el hemisferio
norte parece hecha para reclutar gente que quiere inmolarse por el petróleo
(el pop manufacturado, el 90% de la música pesada actual, etcétera) existe
otro universo en dónde la música está hecha por el placer de hacerla, por la
nobleza de este arte milenario, por su eterna capacidad de torcer el
destino y salvar vidas, a la pasada.
Podés agarrar cualquiera de los discos que hizo Aretha para el sello Atlantic, los que produjo el gran Jerry Wexler, los comprendidos entre I Never Loved a Man… del ’67 y Hey Now Hey (The Other Side of the Sky) del ’73, y escuchar la música invencible del siglo veinte, la que todavía hoy sigue influyendo a intérpretes, arregladores y compositores. No sólo de soul y R&B, de muchos géneros de música contemporánea. Son casi diez discos clásicos de los cuales hay, por lo menos, cinco indispensables.
Si le pegás una mirada a los créditos de Young Gifted and Black podés ir a parar a mil lugares diferentes. Hay una verdadera galería de invitados de lujo; Donny Hathaway toca teclados en todo el disco, las hermanas Erma y Carolyn Franklin hacen coros, Dr. John toca percusión, Al Jackson Jr. atrás de los parches, Billy Preston al hammond y la lista podría seguir un buen rato. Todos sumando para hacer un LP enorme como es este. Young Gifted and Black se caracteriza por tener un balance perfecto entre versiones y originales, a diferencia de -por ejemplo- This Girl's in Love with You en donde son casi todos covers, en este caso el asunto está más repartido. Está el himno generacional y combativo de Nina Simone para dar título, en una versión que pone la piel de gallina, el inmortal “I've Been Loving You Too Long” de Otis Redding, en donde Aretha se las arregla para darle una nueva lectura a un tema que ha sido interpretado por medio mundo, el infaltable tema Beatle de la mano de “The Long and Winding Road” (conmovedor también) y hasta “April Fools” de la dupla Bacharach / David.
En sus originales Aretha brilla como nunca, en “All The King's Horses” se luce como cantante de gospel, creciendo de a poco y explotando como sólo ella sabe hacerlo, en “First Snow in Kokomo” entona una de sus grandes baladas lacrimógenas, sin rozar ni de cerca la sensiblería, un pecado habitual en ciertos cantantes. En “Rock Steady” se deshace en un funk sudoroso y grasiento que nada tiene que envidiarle a los grandes del género. Porque ella es uno de esos grandes. Casi está de más decirlo a esta altura.
Escuchar entero en YouTube o en Spotify.
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