viernes, 20 de abril de 2018

The Children - Rebirth


En el librito de la caja Nuggets hay un dato tan cuestionable como sorprendente; aparentemente, en la segunda mitad de la década del sesenta, uno de cada cuatro pibes de colegio secundario tocaba en una banda. Aquella época fue como la fiebre del oro, había mucha plata dando vueltas, era algo nuevo, había que probar suerte sí o sí. La impresionante cantidad de discos parecidos a este es extraordinaria. Bandas que sólo llegaron a sacar un solo LP y un puñado de singles, discos buenos, de calidad, bien pensados y grabados con cierto nivel de decencia. Bandas a las que les resultaba imposible competir, no sólo con los grandes del momento (Beatles, Stones, etcétera) sino también con la banda de la otra manzana, o la de la ciudad vecina. Sin embargo, de alguna manera, aparecía alguien dispuesto a poner plata para que los pibes graben y editen el disco, antes de volver a la vida normal, universitaria, la empresa familiar o el trabajo de nueve a cinco.

Antes se habían llamado The Stoics, después pasaron a ser The Argyles, para apodarse finalmente The Children. Bajo ese nombre hicieron Rebirth, el único LP de estos texanos psicodélicos, aparecido en 1968 por un sello muy chico (Cinema) antes de ser relanzado por ABCO, casi en seguida. Rebirth, a diferencia de algunos trabajos similares que no tienen mucho más mérito que una tapa llamativa, rebosa calidad y musicalidad. La coda de piano de “Sitting On a Flower” demuestra que los tipos tenían muy claro hacia dónde ir, eran buenos intérpretes y se tomaban el trabajo de escribir arreglos, el título de la canción y la letra también deja claro que tampoco escapaban de ciertos lugares comunes.  Inmediatamente después de esa coda viene “I’ll Be Your Sunshine”, que es pop de cámara de impecable factura, al nivel de cualquier disco de los Pretty Things, Donovan o los paisanos de Jeffereson Airplane. Muchos de estos grupos eran anglófilos perdidos y eso se puede escuchar en los coqueteos con el music hall, en “Military School” y “I Got Involved”, dos temas anti-Vietnam medio en joda que sirven de aperitivo para el verdadero plato fuerte de Rebirth… “Pictorial”, una bestia de casi diez minutos de duración que hace que el disco vaya a parar a otra dimensión, a otro nivel. Distorsión podrida, riff amenazante, acá Mefisto mete su cola para beneplácito de quienes amamos la música malvada y retorcida. Intentar describir este temazo no tiene demasiado sentido. Auriculares, mucho volumen y a ajustarse los cinturones.

Como pasó en la fiebre del oro, fueron muy pocos los que tuvieron la suerte de volverse ricos de la noche a la mañana, pero el viaje seguramente valió la pena. Como prueba quedan discos como Rebirth, de The Children, entre otros tantos.







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