A veces se
podrían invertir un poco los roles o cuestionar los parámetros. ¿Qué es una
gran banda? ¿Foreigner? ¿Styx? Esta es una gran banda, The Jazz Butcher, años peleando en el anonimato total, sin un mango, cargando equipos, auto-financiando
las grabaciones, soportando burlas de colegas que de repente firman el contrato
millonario, eternamente esquivo. Estas son las bandas que no tienen nada
que perder, que no tienen que responder a expectativas y suelen ser las que más
satisfacción generan, a la hora de ir a digerir cuarenta minutos de música no
oída previamente.
Fueron, son y serán el vehículo para satisfacer los caprichos de Pat Fish, un tipo tan idiosincrático como Robyn Hitchcock, Mark E. Smith de The Fall, Martin Newell o cualquiera de los excéntricos británicos que se te vengan a la mente. Uno de esos que desafían las etiquetas y clasificaciones, sobre todo porque para ellos ese tipo de cosas son minucias, no existen. Cult of the Basement es uno de los discos más interesantes de The Jazz Butcher (¡gran nombre!) por varios motivos; tiene sentido del humor contrastados con momentos de depresión post Valium muy dolorosos, tiene guitarras y rockea pero sabe irse al sobre con baladas apacibles, está muy bien grabado y es uno de los discos más variados desde el punto de vista estrictamente musical.
Empieza de manera un tanto engañosa con un instrumental (“The Basement”) pintoresco, que tiene poco que ver con lo que se viene, pero logra captar la atención. Inmediatamente es seguido por uno de los grandes temas de Fish; “She’s On Drugs”, ironía, melodía, gancho, más ironía… uno de esos temas que deberían haber sido hits, en un mundo un poco menos pedorro que el que en realidad habitamos. A partir de ahí el disco muestra sus verdaderas intenciones, con temas valientes y descarnados como “The Onion Field” y “Pineapple Tuesday”. En ningún momento deja que la parte lírica desvíe la atención de lo que pasa musicalmente, en realidad hay una alianza muy bien hecha. Después está “Mr. Odd”, una canción pop enorme desde donde se la mire, los coqueteos shoegaze de “My Zeppelin” e incluso la intro flamenca de “Turtle Bait”, ya casi al final.
Un cantante que desciende directamente de Bowie y que a veces recuerda de manera sorprendente a Luca, con una inteligencia que se demuestra en cada una de las decisiones del disco y una colección de canciones que se pueden relacionar con cosas existentes pero que no tienen mucho que ver con nada. ¿Qué más querés?
Escuchar online en YouTube o en Spotify.
Chequear también:
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The Jazz Butcher - Big Planet Scary Planet
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