¿Vendría a
ser un clásico ejemplo de niño eterno atrapado en el cuerpo de un adulto? ¿Un
Peter Pan moderno? Por un lado sí y por otro no tanto. Hijo de escritores, Paul
Roland creció estimulado, desde muy chico se apasionaba con las historias
inmortales de piratas, degollados, hechizados y malditos. Sus discos
como solista hacen referencia a la literatura que uno consume de niño y pre-adolescente;
Dr. Jeckyll y Mr. Hyde de Stevenson, Sandokan, el ocultismo y lo que deja de interesarnos cuando aparearse pasa a ser prioridad. De todas manera uno
se acuerda el resto de su vida con mucho cariño de todas esas cosas, que te
ponían los pelos de punta y te hacían agarrar un libro sin poder dejarlo hasta
el final.
Ahí está la parte adulta de Paul Roland; es muy difícil hacer lo que él logra sin -aparentemente- demasiado esfuerzo. Transportarnos a una suerte de nebulosa fantasmagórica sin edad, a un mundo que ya no existe y que poco tiene que ver con el de hoy, a una zona de confort relativamente incómoda en donde nos sentimos a gusto, sabiendo que en cualquier momento se puede venir abajo el castillo de naipes. ¿Cómo lo logra? Con un puñado de referencias literarias bien elegidas, sin pecar de intelectualoide pagado de sí mismo y haciendo uso de recursos musicales hábilmente seleccionados. Está lejos de ser un gran cantante pero, lo que no le dio la naturaleza, lo suple con un tono de voz amenazador, una expresividad e histrionismo admirables, una personalidad avasallante.
La música varía en cada disco (es asombrosamente prolífico) pero no se aparta demasiado de lo que hacía en sus primeros LP de estudio, aquellas joyas de rock británico excéntrico como Danse Macabre o A Cabinet of Curiosities, lo que podría llamarse ‘su período clásico’. Sería algo así como una mezcla entre Syd Barrett sin acordes pifiados, con el Robyn Hitchcock más psicodélico, a eso le tenemos que sumar el punk menos panfletario de bandas como The Adverts o X-Ray Spex. De ahí se obtiene la alquimia musical de Mr. Roland.
Bates Motel es un disco relativamente actual, que lo muestra en excelente forma, saludando a Alfred Hitchcock y Psicosis desde el título, apelando a lo que ya sabe pero llevándolo a un extremo más depurado, al borde de la caricatura, sin cruzar la frontera del ridículo. Empieza rockeando (de manera no muy convincente hay que decirlo) pero la cosa recién toma color de la mano de “Kali”. A partir de ahí nos enfrentamos al caleidoscópico Paul Roland en uno de sus mejores momentos musicales. Dejemos que la música hable por sí misma de ahora en más…
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Chequear también:
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