jueves, 2 de julio de 2015

Yes - Time and a Word


Nunca pensé que iba a comentar un disco de Yes. Tampoco pensé que me iba a doler la muerte de uno de sus integrantes. Pero pasó. Hace poco se nos fue Chris Squire, el eterno bajista Rickenbacker que estuvo desde el principio hasta hoy, que, esperemos, tengan la dignidad de llamarlo ‘fin’. Fue el único que se bancó los culebrones, choques de ego, el éxito, el recontra bajón y resurgimiento en la que -probablemente- sea la banda más injustamente vapuleada de todos los tiempos. Vamos a decir la verdad; si sos un esnobito e “hiciste los deberes”, sabés que no tenés que admitir en público que te gusta Yes. Podés quedar ridiculizado por antiguo e incluso (la más graciosa y estúpida) como hippie, por gente que ni sabe bien lo que es ser hippie.

Otra para admitir es que los músicos somos tremendamente envidiosos y, cuando vemos que alguien toca un poco más que los tres o cuatro acordes, paramos nuestras naricitas espolvoreadas y decimos “este seguro que nunca escucho Gang of Four” (una banda tan bien vista como históricamente irrelevante). Lo más cómico sucede cuando la bajada de pulgar viene del lado de gente que no sabe sacarle una nota ni a una ocarina, ahí sí que estamos en presencia de una postura infantil, la lectura más chiquilina del Libro Gordo de Petete del rock; 'el punk vino a destruir al rock sinfónico' o alguna de esas máximas simplistas tan adolescentes. Todo lo que no está “de mi lado” está mal, todo lo que yo no entiendo es una mierda, todo lo que a mí me parece que no tendría que existir convierte en boludos a quienes lo aprecian.

No hay mucho que decir al respecto de Yes que no sea sabido. Su etapa clásica empieza con The Yes Album, el tercer LP de estudio y termina más o menos con el polémico Tales from Topographic Oceans, el disco doble que todavía algunos afirman “provocó la aparición del punk”. Lo cierto es que Tales… con todos sus excesos y puntos criticables tiene momentos de una belleza incomparable y es una banda llevando al límite todo lo que defendían. En medio hay discos enormes como Fragile y Close to the Edge. Este, Time and a Word, relativamente olvidado en la discografía, es el segundo larga duración, aparecido en 1970, justo antes de que aparezca Steve Howe en la formación. Empieza con una versión preciosa de
“No Opportunity Necessary, No Experience Needed” de Richie Havens y un vistazo a los títulos demuestra que la parte lírica ya estaba totalmente resuelta (“viajero espacial”, “el profeta”, etcétera) y la musical no se quedaba atrás.

En la edición que se hizo al otro lado del Atlántico se suprimió el dibujo de la mina medio en bolas y pusieron una foto de la banda con Steve Howe, que recién entraba pero que no grabó en ningún tema. Time and a Word, un disco que merece otra oportunidad, de una banda que nunca debió haberla perdido.







Podés escucharlo entero en YouTube o en Spotify.







Chequear también:

Yes - Relayer
Aphrodite's Child - End of the World
Nektar - Remember the Future



6 comentarios:

Centrofovar dijo...

Querido Mariano, terrible el comentario, en el buen sentido. En unas pocas líneas desnudás lugares comunes como un Messi apilando rivales en una baldosa. Todas tus sentencias me parecen acertadas, sobre todo la de Gang of Four, banda a mi entender totalmente sobrevalorada (y permítame ir un poco más allá, con algo de enojo) al igual que parte del post-punk, sobre todo por gente que está reconstruyendo al rock desde clichés y lecturas pre-digeridas.

Es una lucha terrible que hay que librar en pos de la desmitificación y de sacarle lo solemne al rock-pop, y a su historia. Desmitificación no para defenestrar ni rebajar, sino para ser libre, libre de saltar de Pet Shop Boys a Lee Hazlewood o Tom Petty cuando-y-como a uno se le cante la verga. No compro mis discos con el libro de Simon Reynolds en la mano, con el inmenso respeto que le tengo.

Comparto cierta timidez a hablar del rock progresivo; pareciera que uno tuviera que confinarlo al ámbito privado, como el sexo, como para no quedar como un anquilosaurio gruñón y amargado pensando en tiempos mejores. Y en realidad lo que lamento del progresivo son dos cosas: el neo-prog –básicamente de Marillion en adelante, sin contar a éstos- que me parece una mierda infumable, y los talibanes setentistas, que usan esa vara para medir (mal) al resto. Lo que queda, claro está, son discos maravillosos, de una exploración que le ganaba al onanismo; el problema es cuando este último pasó a ser el eje. Hay datos i-rre-fu-ta-bles, como el Works de EL&P.
Por lo demás: ¡viva Yes!

Centrofovar dijo...

Aclaro: la mención a esos discos de EL&P se refería al toqueteo autocomplaciente, no lo estoy elogiando.

Mariano dijo...

Hola camarada! Un gusto recibir su comentario!!! A mi me parece que el gran problema acá es bajarle el pulgar a algo por el solo hecho de que es muy popular y viceversa; elogiar algo por el hecho de que no lo juna ni Magoya... ahi estamos en problemas. El tal Reynolds en mi mundo (el mundo de Roberto Powell) no existe. Todo ese análisis sesudo... no sé, no me va. Sobre todo porque no coincido para nada en eso de que no hay avances en la música moderna. Lo único que me importa hoy a la hora de escuchar es si me gusta o no. TOOOOOOOODAS las demas subdivisiones hago lo imposible por evitarlas.

Con respecto a tocar de manera jeropa, también ahi depende de uno pero entiendo a los tipos. Es como tener un fórmula 1 y que no te dejen pisarlo. Si tocás bien y sos creativo, dale para adelante, a veces puede aburrir, otras no.

No escuché The Works pero me gustan al menos 5 discos de ELP, con esos ya tienen ganado un lugar en mi cuore.

En fin, como usted bien dijo: ¡viva Yes!

Demian dijo...

Al fin algo panzón!

A Yes le dediqué un año entero desmenuzando la etapa clásica que va desde Yes Album hasta Tormato y disfrutando mucho el bolichero 90125. Tal vez sea la banda que me abrió camino al disfrute del rock progresivo máxime y una de las que el tiempo me hizo dejar relegada con sus discos al más sórdido rejunte de polvo. En ese año iniciático también busqué por las bateas todo lo relacionado a sus integrantes, terminando por conocer agrupaciones de la talla de Asia, Union, Las 6 esposas de Quique, etc, como así también toda la época intrascendente que tiene grandes gemas como The Ladder y Magnification... La panza me fue creciendo en relación a cada escucha y hoy, puedo firmemente afirmar que la porto con orbuyo. La muerte de Chris me pegó... Inmediatamente de conocerse la noticia me ponté el bastardeado Tales en LP y lo disfruté como si hubiera sido la primera vez...
En fin, una banda que me dió momentos muy lindos y la cual pude ver en vivo en el Gran Rex sin Anderson, hace unos años.
Viva YES!

Mariano dijo...

A pedido de mi querido amigo el Pocho... volveremos a poner cosas panzonas en Beefheart Smiles.

Que me contás de Fly from Here del 2011? Ojo con ese disquito!

Centrofovar dijo...

Una masa las Esposas de Quique.
REQUETE banco el discazo 90125, un update hecho con altura y dotado de grandes momentos como "It Can Happen", "Leave it" y "Hearts". Suena como la concha del mono.
También me gusta el infravalorado Drama, con Geoff Downes. Lo más nuevo que escuché fue Talk, del 94 creo, año en que los vi en Obras con Trevor Rabin en la formación. Ese no era muy copado, y aparte en esa época andaba flirteando con Soundgarden, cosas de la vida, bah.

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