"Hay un momento en la vida en que empezás a ver
Lo que una vez fué confuso con claridad
Tus planos de pensamiento no dejarán el rastro de vapor
Y lo raro es que esto pasa mientras tu miopía avanza"
¡JA! Así largamos, poniendo todas las cartas sobre la mesa. Humor, elocuencia, auto-resignación, sabiduría, de esa que se logra al saber reírse de uno mismo. Sumado a un sesgo cósmico / psicodélico actualizado a nuestros días. Si esto viene envuelto por un riff super mugriento y media tonelada de guitarras garageras, medio que no queda otra que caer rendido. ¡Y la fiesta recién empieza!
Hacer un disco doble en pleno siglo veintiuno es un acto de hidalguía, más tratándose de un artista de culto como es Nick Saloman, artífice y alma máter de este vehículo rocker que es The Bevis Frond. Con unos cuarenta años de carrera encima y más de veinte discos de estudio, es de esos pocos que todavía se toman la molestia de componer canciones nuevas (y meterse en el estudio a registrarlas) cada uno o dos años. Vale decir que Saloman es un coleccionista acérrimo y dos por tres lo llaman de las revistas especializadas para que dé rienda suelta a su nerdismo musical. Lo hace con estilo, con humildad, cagándose de risa y de paso te pega una educada desplegando su conocimiento musical enciclopédico.
En realidad White Numbers es un disco triple, medio con trampita, pero triple al fin. El disco tres es una zapada voladísima de dos caras, es de esos caprichos que pueden darse los que viven en el hemisferio norte y editan por sus propios medios, de manera casi artesanal, como en este caso. No deja de ser otro acto de arrojo, de ir contra la corriente en la era de la inmediatez mongoloide en la que vivimos inmersos, de dar un mensaje sutil, para leer entre líneas.
The Bevis Frond nunca fué una máquina de desplegar recursos, pero la curiosidad y enorme abanico de influencias de su líder, permite sacar adelante un álbum de más de veinte canciones sin acercarse siquiera al aburrimiento o monotonía. Tiene la variedad que necesita un mastodonte como es White Numbers. De hecho después del sacudón inicial vienen dos o tres temas más bien reflexivos, en los que muestra que su faceta folkie-acústica es más que los tres acordes de siempre, hay decisiones interesantes en cuanto a composición. Antes de darlo vuelta viene "Cruel World", que podría considerarse un tema típico, sin embargo tiene algo, un gancho y una melancolía que no era tan evidente en la época de Triptych, Any Gas Faster o New River Head, títulos que todo fan dedicado debería tener en sus estantes.
Y a este... ¿dónde lo ubicamos? Es un discazo amigos, no se enteró nadie, como todos los acontecimientos discográficos de los últimos veinte años. Algún día alguien va a mirar atrás y a decir que es una obra maestra. Modestia aparte, me la juego y lo afirmo ahora. Hoy.
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Chequear también:
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