viernes, 2 de febrero de 2018

Loquillo y los Trogloditas - Morir en primavera


Lo querés o lo detestás, así de simple. Lo que no te va a pasar es que te deje indiferente. Es de esos tipos con mucha personalidad, como Calamaro, Dylan o Johnny Thunders, que hacen de su vida su obra y viceversa. Auto-referenciales a más no poder, repletos de tics -se podría decir vicios a esta altura- vocales que hacen que los conversos se rían cómplices y los que están en la vereda de enfrente salgan corriendo o revoleen el disco por la ventana. Siempre lo supo e hizo de eso un escudo, en la contratapa de Morir en primavera, quinto disco de estudio de Loquillo y los Trogloditas, decía “a nuestros enemigos porque ellos nos dan la fuerza para seguir adelante”. Dicen que si no tenés enemigos es porque no estás haciendo nada…

Los tipos forman parte de lo que se conoce como “La Movida Madrileña”, un puñado de bandas aparecidas coincidiendo con la caída del régimen asesino de Franco en España, escena que surge después de años de opresión, pacatería y acartonamiento típico de los gobiernos de derecha. Al parecer, aquellos años de principios de los ochenta en la península ibérica, fueron de un nivel de reviente considerable, que se cobró no pocas víctimas, como siempre sucede, vamos tío.

Para la altura de Morir en primavera la banda se caía a pedazos, Sabino Mendez, quien escribió la mayor parte de los temas de los Trogloditas, pronto iba a pegar el portazo y el éxito se les estaba subiendo a la cabeza a todos, Loquillo incluído, por supuesto. A pesar de eso, si tenés que escuchar un solo disco de los Trogloditas, no harías mal en elegir este. Acá aparece el himno generacional por excelencia, uno de esos que si no lo tocaban en vivo los mataban, “El rompeolas” con su “no hables del futuro es una ilusión, cuando el rock and roll conquistó mi corazón” para corear en estadios, éste también tiene la versión de Georges Brassens de “La mala reputación”, una locomotora a punto de descarrilar, al mejor estilo Johnny Cash y, como si fuera poco, “Todo el mundo ama a Isabel”, otro de esos clásicos inoxidables. También hay algún que otro relleno, pero en Morir en primavera estos temas tienen un nivel de decencia que sorprende, gratamente. Hay dos versiones de “Besos robados”, una al final, pero la que quedó en la memoria de muchos es la más rockera, a la mitad del disco y la primera en el lado B del LP original.

Loquillo separaría a los Trogloditas después de unos años, para seguir haciendo -musicalmente- más o menos lo mismo, con buen nivel, con discos como Balmoral o La nave de los locos. Actualmente sigue dando pelea con envidiable altura. Más de un metro noventa de rock and roll y personalidad arrolladora.








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