Muchas
veces, como oyentes, depositamos demasiadas expectativas en la música que
escuchamos. Pretendemos que se trate de una experiencia definitiva, que nos
cambie la vida, nos modifique, olvidando que esto no deja de ser
entretenimiento. Si lo que escuchamos no es revolucionario, lo dejamos de lado automáticamente,
olvidando que los verdaderos revolucionarios se cuentan con los dedos de las
manos. Lo descartamos porque no nos emociona, cuando lo que en realidad nos
conmueve suele ser lo que descubrimos alrededor de los veinte años, después…
rara vez vuelve a pasar.
Los Buffalo Tom no te van a cambiar la vida, no inventaron nada, se puede decir que es una banda típica de su época -los noventa- pero seguro te van a hacer pasar un buen rato. Los discos son buenos, están bien grabados, los temas están arreglados de manera inteligente y las letras de angustia existencial no están nada mal.
Los Buffalo Tom no te van a cambiar la vida, no inventaron nada, se puede decir que es una banda típica de su época -los noventa- pero seguro te van a hacer pasar un buen rato. Los discos son buenos, están bien grabados, los temas están arreglados de manera inteligente y las letras de angustia existencial no están nada mal.
Los dos primeros discos son trabajos en los que la banda estaba en la búsqueda, de una identidad sobre todo, sonando a medio camino entre los Replacements y Dinosaur Jr. aunque con un destacable nivel de eficacia. Ya para la época de Let Me Come Over sabían bien lo que querían y, a partir de ese tercer LP, empieza lo que se podría considerar la etapa clásica de Buffalo Tom, que termina con este disco, Sleepy Eyed, del ’95. Escuchar la balada épica de aires zeppelinianos “Sunday Night”, a mitad del disco, es viajar al instante a la década en que esta música fue hecha, con todo lo bueno y lo malo que eso implica. “Me siento tan vacío que podría morir” dice para cerrar el estribillo, por lo visto no eran pocos los que miraban con cariño la salida rápida. Los primeros temas representan una descarga de hits instantáneos, “Tangerine”, “Summer” (muy bien cantado por Bill Janovitz) y “Kitchen Door” sobre todo, son temas que bien podrían haber sonado en la todavía omnipresente MTV de aquel entonces o en el millar de radios alternativas que no paraban de aparecer de un día para el otro. De los dos primeros se hicieron videos promocionales.
Después de este disco viene Smitten, del ’98, en el sello Polydor, antes del parate obligado de toda banda que no se vuelve masiva o exitosa. Hace unos años hubo reunión y dos discos más. Para agregar a un catálogo que merece una segunda chance.
Escuchar entero en YouTube o en Spotify.
Chequear también:
Buffalo Tom - Big Red Letter Day
The Lemonheads - Car Button Cloth
Eleventh Dream Day - Beet
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