Nunca voy a olvidar el sacudón mental que me pegó la primer escucha de este disco. ¿Habrá tenido que ver con la edad? Tenía unos quince o dieciséis años, no había terminado la escuela secundaria, de eso me acuerdo clarito. Pleno desequilibrio hormonal, como cualquiera sabe, es la edad en que uno es una esponja en más de un sentido, cuando se puede incorporar y sos permeable a todo lo que te rodea. Pero más allá de lo personal, esto era algo nuevo. Tocaban a una velocidad desquiciada, poniendo cortes y arreglos en lugares inesperados, con una voz hiper chillona, las guitarras bien al frente y una actitud entre burlona y quejosa que era perfecta para un sub-20.
“The Cause”. La causa, lo estamos haciendo por la causa. Tenemos una causa, una razón de ser, eso sonaba importantísimo y más cuando venía con ese estribillo inolvidable. ¿Y cuál era esa causa? Nunca me molesté en averiguarlo, me parecía que lo importante era tener un motivo de lucha, el resto era secundario. Cosas de adolescente. ¿No es genial?
¡Qué bien armado está el disco! Dentro de lo acotado que era el estilo ellos tenían variedad, también me parece que en esta época les salían todas, incluso los temas menos logrados tienen algo para ofrecer acá. A lo mejor tiene que ver con lo nuevo que era todo esto y que, como suele suceder, en dos o tres años la fórmula iba a estar agotadísima, no era algo que iba a envejecer con gracia, más bien lo contrario. “The Brews” sería el un tema Oi! que en vez de orgullo nazi, habla de… ¡precisamente lo contrario! Y podés no tener la menor idea de qué va el asunto y poguear y cabecear como un poseso, o como mínimo canturrear los coritos. “Linoleum”, “Leave It Alone”; vaya forma de arrancar bien arriba, dos de los grandes temas de la carrera de NOFX. “Don’t Call Me White” otro temazo, tenían esas cosas, te sacudían unos temas que tenían pinta de importantes, de que los tipos tenían unos principios de acero, "yo no soy ningún facho", en la edad en que el blanco vs. negro lo es todo, esto te venía como anillo al dedo. Los metaleros, los archi-rivales de aquel entonces, cantaban sobre espadas, dragones y rosas, el mundo más irreal y alejado posible. No era tan así el asunto pero nos encantaba verlo de esa manera, había que dejar claro de qué lado se estaba. Como si alguien fuera a venir a felicitarte o a decirte “gracias loco, por tu aporte”, pero esa era otra historia.
Antes de
Punk In Drublic (¡gran título!) habían hecho un disco bueno, con algunos
rellenos para mi gusto, que es White Trash, Two Heebs and a Bean y después
hicieron dos discos más que repiten la fórmula pero conservan la frescura.
Después les perdí el rastro, como suele suceder, pero sé que los tipos siguen,
como todos los que inventaron un estilo, pueden darse ese lujo. No quiero ni saber
dónde ni cómo están las bandas de segunda o tercera línea que los acompañaban.
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