Hay gente que vive a contramano. Es fácil imaginarse a los Shiva Burlesque con las persianas bajas en plena soleada California, sacando los temas de Echo & the Bunnymen y The Cure, cuando sus compañeros de secundaria andaban con el pelito rapado, correteando a la porrista rubiecita, hermosa y bien taradita. Por supuesto, unos años después, esos chicos estarían firmando cheques de varias cifras, cuando los que “no eran populares” todavía no sabían bien lo que era una tarjeta de crédito. Unos hasta las narices en el aburguesamiento obligatorio y los otros haciendo historia, sacando discos, inmortalizándose.
Los Shiva Burlesque son una anomalía, no son post punk porque les gustan mucho los Byrds y la psicodelia en general y no son una banda “de raíces” porque vuelan demasiado alto y no le tiene miedo a la oscuridad, a los rincones inhóspitos. Son de Los Angeles, de fines de los ochenta y es imposible imaginarlos en el Sunset Strip, con la moto enorme, cerveza en mano, con la campera de cuero con la estampa de Mötley Crüe. Totalmente marcianos.El corazón de la banda eran Jeffrey Clark y Grant-Lee Phillips, que se repartían los roles de cantante y compositor, además de intercambiar instrumentos para las grabaciones, hicieron dos discos excelentes; el primero, Shiva Burlesque y este, Mercury Blues, de 1990, antes de separarse en buenos términos.
En el disco hay de todo y para todos, desde el folk hipnótico de "Cherry Orchard" hasta el rock flotador y darkie de "Who Is the Mona Lisa?". En el medio se pueden ubicar joyitas casi grunge como "Chester the Cheap", que es el "Lucifer Sam" barrettiano para la generación X, con unos arreglos de cuarteto de cuerdas para sacarse el sombrero. El tema que da título al disco es un hallazgo, un medio tempo perezoso y amenazante, cantado por Clark y plagado de referencias culturales, desde Hank Williams hasta el asesino Stagger Lee. ¿Podría ser el "Desolation Row" de los noventa? También hay lugar para la belleza incuestionable, ese tipo de composiciones que conquistan porque logran lo que pretenden, que son ambiciosas y tienen un buen puñado de ideas bien distribuidas, es "Do the Pony" que incluye cita a un clásico de la música popular moderna, nada menos que a "Land of the 1.000 Dances", que algunos recordarán por la versión inmortal de Patti Smith y otros por Roy Orbison o Wilson Pickett. Está "Sparrow Song" que es una balada de esas que tan bien les salían (después, vale decirlo) a Soundgarden o incluso a Kurt Cobain, utilizando una progresión de acordes bien clásica, de esas que no fallan nunca, con un cello puesto en el lugar preciso.
Es muy destacable el hecho de que Shiva Burlesque no se parecía a nada de lo que andaba dando vueltas en aquel entonces, un grupo de guitarras con muy buenas canciones, cuando lo que estaba de moda eran los peinados batidos y la celebración del sueño americano de la manera más burda.
En unos años después este grupo hubiera encajado perfectamente, pero todos sabemos lo que suele pasar con los adelantados. Clark se fue para seguir como solista y Phillips formaría Grant Lee Buffallo, otro grupo memorable, de esos difíciles de encasillar, con unos discos muy buenos como Jubilee o Copperopolis. Otra historia que dejamos para más adelante.
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Chequear también:
Love - Da Capo
The Dream Syndicate - Ghosts Stories
Grant Lee Phillips - Mobilize
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