jueves, 26 de noviembre de 2009

The White Stripes - White Blood Cells


Este es uno de los típicos casos de amor u odio. Los White Stripes pueden agradar o no, nunca van a provocar indiferencia. La música es original, a pesar de que se pueden rastrear las huellas para deducir de donde proviene el anclaje sonoro del dúo, ellos supieron abrirse camino y separarse de la gigantesca horda de rockers de garage y de adoradores de sonidos de antaño.

Hay que admitir que han sabido venderse hábilmente, nadie sabe a ciencia cierta cuál es el vinculo que une a Meg y Jack White, si son hermanos, marido y mujer o sólo amigos. Este tipo de “enigmas” siempre ayudan a generar artículos en los diarios y semanarios musicales. También contribuyen a espantar a prejuiciosos y desconfiados, eso hay que decirlo. Las tapas de los discos y las puestas en escena siempre están organizadas obedeciendo los preceptos del movimiento artístico de vanguardia holandes De Stijl, de principios del siglo veinte; riguroso minimalismo de recursos y utilización del rojo, blanco y negro como paleta de colores. Han llegado incluso a titular su segundo LP con el mismo nombre de la escuela fundada por Theo Van Doesburg.

White Blood Cells apareció a principios del siglo XXI y la crítica se deshizo en elogios. Esto era diferente, el sonido era diferente, había sentido del humor, había canciones y sí; había una propuesta estética muy fuerte. Era el tercer disco, pero ya estaban listos para el verdadero despegue. El riff con que empieza "Dirty Leaves and the Dirty Ground" derriba cualquier defensa, tomando "Song of a Baker" de los Small Faces como punto de partida, los White Stripes muestran que tienen bien claro lo que quieren transmitir y lo consiguen, con contundencia. Ahí está la batería de Meg, entre la precariedad de The Cramps y la virulencia de los Melvins. "Hotel Yorba" es la relectura de Exile on Main Street y del country de Nashville. Si a eso le sumamos la asociación libre de la lírica del Dylan más empastillado, el de la época del Chelsea Hotel y Bringing It All Back Home… imposible resistirse. El siguiente es un ejemplo del humor entre macabro y tierno de Jack White, en "I'm Finding it Harder to Be a Gentlemen" se queja del estado actual de las cosas sin caer en el panfleto incendiario en que suelen incurrir otros espíritus menos… inspirados. “Encuentro difícil decirte que te necesito veinte veces al día. Me siento cómodo ¿Por qué no sentís lo mismo? Que venga un doctor a vernos y que diga quién de los dos está cuerdo”.

"Fell In Love with a Girl", aquel del video hecho con ladrillitos para armar, es un vendaval del rock más crudo y desquiciado, guitarras bien al frente y la voz nasal de White desgañitándose para exorcizar su despecho amoroso. Otro clímax indiscutible es "The Same Boy You've Always Known" en donde el teclado hammond crea un clima de reposo, que no tardará en destrozarse con los power-chords del estribillo y el “Espero que conozcas a otro mejor y te olvides de mi, yo soy el mismo tipo que siempre conociste”. "We're Going to Be Friends" es otra de las canciones memorables del álbum; mínimo acompañamiento musical para una letra que rememora todos esos momentos de la infancia en donde lo que importaba eran las cosas “chiquitas”, el día a día y esas primeras y cándidas escaramuzas amorosas. Después viene la progresión de acordes que forman el riff de "Offend in Every Way" y es todo un desafío sacárselo de la cabeza. Acá también está Led Zeppelin, el hard rock de los setentas, la voz chillona y al borde de la desafinación de Jeffrey Lee Pierce de los Gun Club -de quien White es fan confeso- y el resabio eterno del punk rock primerizo que siempre dice presente en los trabajos de los White Stripes.

Después de White Blood Cells conquistaron el mundo con el siguiente trabajo, Elephant, de la mano del super-hit "Seven Nation Army" que fue destrozado por cuanto “DJ de turno-con-una-PC-en-casa” se cruzó en su camino. Pero este es el testimonio más fehaciente del hambre de gloria de Meg y Jack a poco de la coronación definitiva.









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Chequear también:

The White Stripes - Get Behind Me Satan
Gun Club - Mother Juno
The Racounters - Broken Boy Soldiers



viernes, 13 de noviembre de 2009

Outrageous Cherry - Universal Malcontents


Así como existen las llamadas “ratas de biblioteca” en esas personas que se pasan la vida entera entre libros, también están los que podríamos bautizar como “ratas de disquería”, y sin duda los integrantes de Outrageous Cherry pueden contarse dentro de ese grupo. En un ejercicio de reconstrucción biográfica podemos ubicar a Matthew Smith y Chad Gilchrist en el colegio secundario de su Detroit natal, apartados del resto de los compañeros, hablando de música todo el día, sondeando los abismos de la discografía de Kevin Ayers o Scott Walker. Más tarde, esos compañeros estarían llenando cheques de varios ceros y ellos todavía estaban ahí, con una tozudez casi infantil, con los instrumentos y su banda de rock and roll.

Ellos manejan bien el lenguaje que utilizan, es cuestión de echar un vistazo en la contratapa de su disco de versiones del '94, Stereo Action Rent Party para comprobarlo. A diferencia de Pin-Ups de Bowie o Acid Eaters de Ramones, en este caso es muy difícil comparar las versiones con los originales, se trata de canciones olvidadas, y cuando el artista es relativamente “conocido”, la elección recae en algún oscuro album track. Ahí están Leonard Cohen, Ayers, los Smiths, MC5, etcétera. Puro fanatismo. Puede decirse que los discos de Outrageous Cherry no difieren mucho entre ellos, todos tienen su cuota de canciones tristes -siempre-, temas rápidos, casi punk rock, mid-tempos y economía de recursos a la hora de tocar. Pero como todos sabemos, muchas veces menos es más, y ante semejante andanada de referencias culturales de todo tipo, guiños cómplices y ganchos pop (muchos, pero muchos ganchos)… es casi imposible no caer en el embrujo.

En Universal Malcontents esos ganchos, esos artilugios que trazan una línea en algún lugar de nuestras neuronas, están por todos lados. Han sabido depurar el estilo y ya no caen en la ocasional zapada inocua o la canción que bordea la intrascendencia. En "I Recognized Her" toman al T. Rex de The Slider como punto de partida, lo mismo pasa en "Outsider", se nota que los muchachos estuvieron desempolvando los discos de Bolan de la época de oro del glitter rock. "The Song Belongs to Everyone" es una relectura de Velvet Underground en su faceta más amigable, aquellos de Loaded, ya cerca del final. Pero de algún modo, en Outrageous Cherry se encargan de sonar sólo como ellos, puede tomar un sonido o una época del género que tanto conocen y hacer que suene fresco, renovado. Como prueba tenemos un hit-que-nunca-lo-será en "It’s Not Rock & Roll (And I Don't Like It)", un manifiesto en forma de canción de menos de cuatro minutos. No, no es rock and roll, por ende no me interesa. Toda una declaración de principios.

De eso se trata Outrageous Cherry, de fanáticos, de tipos convencidos de ir a contramano, de gente que lo único que se propone es hacer del mundo un lugar un poco menos inhóspito con un par de guitarras y tres o cuatro acordes. Es rock and roll, y nos encanta.








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Chequear también:

Outrageous Cherry - Stay Happy
Outrageous Cherry - Supernatural Equinox
Outrageous Cherry - Nothing's Gonna Cheer You Up


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