Inolvidable escena de película músical. Casi famosos, la autobiografía de Cameron Crowe, periodista de la Rollling Stone. En un momento están en el colectivo de la banda que está cubriendo y el pibe extraña a su madre. La groupie más linda, la líder del equipo digamos, se dá cuenta y se le acerca. Se sienta al lado y le dice algo como “no te preocupes, estás en tu casa”. Y ahí sale “Tiny Dancer”, despacito con un fade-in muy efectivo mientras el actor se queda pensando en la idea epifánica y parece convencerse.
Ahí te das cuenta cuando un tema es inmenso, qué bien queda con imágenes, evocando varias sensaciones sin tener del todo idea de qué va la letra. Ahora que lo pienso tampoco sé bien de qué habla. Claro que entiendo eso “teneme cerca pequeño bailarín, contá las luces a lo largo de la autopista” y con eso me alcanza y sobra para hacer mi propia película, interpretación o como quieran llamarle a eso que uno hace cuando una canción le sacude las entrañas. Y en una época Elton era especialista en la materia. Un talento excepcional, un músico extraordinario que, por suerte, se volcó a la música popular en vez de dedicarse a ser concertista, héroe del jazz o lo que sea que lo hubiese alejado de lo que finalmente fue.
Esto es Madman Across the Water, cuarto disco de Elton John y consagración definitiva. Ya había puesto la vara muy alta con el gran Tumbleweed Connection, haciendo una suerte de interpretación de lo que hizo The Band en aquellos tres primeros -y extraordinarios- LPs de estudio. No es casual que el segundo tema acá sea “Levon”, el otro single junto con “Tiny Dancer”. Un homenaje al gran baterista de los canadienses, Levon Helm, una de las personalidades más fuertes de la era de oro de lo que algunos llaman rock clásico. En algún lugar leí que Charly García tenía en muy alta estima a este disco y decía que había sido uno de los primeros álbumes en poner el piano bien al frente, como instrumento principal, algo que tiene mucho sentido, es así y no hay vuelta que darle. Elton hizo con las teclas algo parecido a lo que hizo Chuck Berry con la guitarra en la década del cincuenta.
En una discusión
de disquería, alguien dijo que con Elton John estabas bien con un buen compilado.
No. Hay al menos cinco o seis discos indispensables en estos años en que el tipo
se convirtió en una super estrella por derecho propio. Se codeaba con la realeza
del rock británico y llenaba estadios en Estados Unidos. Después se esnifó el
equivalente a los Alpes Suizos y se mandó cagadas de todo tipo, le vendió el
alma al Diablo al mejor estilo Rod Stewart. Hoy en día ha sido relativamente revalorizado,
se lo merecía, hubo una época que nombrarlo era casi mala palabra. Sólo por
aquellos discos mágicos de los setenta se ganó un lugar en el podio. Say no
more.
Escuchar online en YouTube o en Spotify.
Chequear también:
Elton John - Honky Château
Elton John - Goodbye Yellow Brick Road
Elton John - Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy
1 comentario:
Muy de acuerdo con todo, en los setenta John fue un músico sobresaliente, a mí me encanta "Goodbye Yellow Brick Road", pero el que comentas o "Honky Château" son buenísimos también.
Un abrazo.
Publicar un comentario