viernes, 29 de agosto de 2025

A Flock of Seagulls - ídem [1er. LP - 1982]


El otro día mis hijos me mostraban videos de Miranda, a quienes supe aborrecer con alma  y vida, pero como bien dijo Milanés (y parafraseó Luca Prodan) el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Siguen sin gustarme pero sí pude apreciar algunas virtudes. Suenan muy bien, tienen una estética clara, bien definida y los videos son buenísimos. Hay más platita puesta ahí que en de Wilco o cualquier banda actual inglesa. También imaginación, sarcasmo, astucia y mucha creatividad. 

Capusotto los despedazaba por medio de Miky Vainilla, uno de sus personajes más celebrados, burlándose de los modales afeminados de Ale Sergi, esbozando una teoría medio anticuada, perimida. La lectura entre líneas terminaba cayendo en el trazo grueso; si sos frívolo y no tomás partido políticamente hablando, en realidad sos facho y a conciencia. "Yo sólo hago pop, pop para divertirse" era la muletilla del siniestro Miky, xenófobo extremo, reaccionario clásico, con pelo a la gomina y el bigotito fino hitleriano, por si no te dabas cuenta. ¿No era él en realidad el que terminaba siendo medio nazi? Digo... con semejante descalificación. Era ese encasillamiento dogmático, hijo del eterno blanco vs. negro, el Boca vs. River que todos los argentinos llevamos incorporado. Metido a la fuerza, transmitido con orgullo patrio de generación en generación. Está bien, sí, es sólo humor y vale todo, pero eso de que los extremos siempre se terminan tocando podría aplicar acá y sin hacer mucha fuerza. 

¿Y qué tiene que ver A Flock of Seagulls con esto? Vamos con eso. Hace unos quince o veinte años, MTV tenía un programa semanal, en el que trataban de reunir bandas que se habían separado. Todas con algunos puntos en común, no estaban ni los Beatles ni los Olimareños, eran todos fenómenos que habían hecho uso del formato "cadena musical", grababan videos llamativos, cultivaban la imagen y demás cuestiones extra-musicales que podrían cuestionarse desde cierta postura ideológica. La música, cuando es sometida a escrutinios intelectuales y el factor humano -como la clavó al ángulo Graham Greene- marcan 'obesidad' en la balanza, suele perder su potencia redentora. 

Se notaba que a los miembros de A Flock of Seagulls les gustaba divertirse, bailar, coger... y que no eran unos pelotudos. El solo de teclado de "I Run", quizás el más recordado de sus temas, ejecutado con un dedo, de una sencillez que decantaba en vanguardista, era un gesto también. Una postura ideológica. ¿Por qué no? Si encima lo ejecutaba un duende rubio con los ojos delineados y un peinado ridículo (y genial) ya pasaba a ser declaración de principios. Astucia les sobraba, no hace falta más que escuchar el resto de las canciones de este debut para comprobar que hacían mucho con poco, eran bailables sin pasarse de fiesteros y hasta tenían algo de ciencia-ficción muy de la época. Con esas diez canciones todavía hoy te hacen pasar media hora con un concepto claro y cuatro o cinco ideas interesantes. ¿Lo mejor de todo? Escuchandoló no te das cuenta que también había intelectualidad y gente informada. Y eso también suma. 






Escuchar online en YouTube o en Spotify.






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