miércoles, 4 de septiembre de 2024

Tim Buckley - ídem [1er. LP - 1966]


Escuchás el primer tema, “I Can’t See You” y es muy difícil comparar con algo, ya sea hecho antes (imposible) o después. El tempo es raro, el tema tiene una dinámica compleja, adaptándose a las estrofas, los arreglos son muy particulares y después está la voz. Esa voz. Completamente formada, con la personalidad definida.

“Wings” podría ser un tema de los tres primeros discos de los Doors, compañeros de sello en Elektra, el tema es que la banda de Morrison y compañía acá… ¡todavía no existía! Encima el estribillo se eleva a la estratósfera, cuando dice eso de “y una día las preguntas mueren”. ¿Existencialismo? ¿Tan pronto?

Cuesta creer que Tim Buckley tenía apenas diecinueve años a la hora de grabar su álbum debut. Sí, diecinueve. La edad en que uno suele terminar la escuela secundaria, más o menos. Ahí el tipo andaba con estas canciones dándole vueltas en la cabeza. Adelantado a todo y a todos. Hay gente que minimiza este disco, diciendo que todavía hay cierta inocencia en las composiciones o las letras. Están locos. Esto es una obra maestra, después vendrían más, el tipo estaba de vuelta desde el principio mismo de su carrera, cosa que queda demostrada en trabajos como Starsailor o Lorca, en donde fue a parar a terrenos tan áridos que casi podrían clasificar de inescuchables.

Escuchar lo que hace con la voz en “Strange Street Affair Under Blue” es descubrir a un tipo que estaba en un estrato diferente de conciencia, un plano al que sólo acceden tipos que están tocados por una varita mágica. Año 1966, vale recordar ese dato. Folk rock sería la categoría en que se lo suele ubicar. Se queda corto, esto excede cualquier categoría y su gran hallazgo es que nunca deja de ser algo relativamente accesible. No vas a escuchar esto en cualquier lado y en todo momento, pero si tenés digerido Forever Changes de Love o Pet Sounds, podés encararlo sin mayores dificultades.

Mencionar que los créditos son una galería de luminarias no es un dato menor. Está la vanguardia de la música californiana de los sesenta. Produce Paul Rotchild, quien se pondría al servicio de los Doors y Janis Joplin (entre otros) y los arreglos son del gran Jack Nietzche, que aportaría su magia en los grandes singles de Phil Spector, la etapa psicodélica de los Stones o Buffalo Springfield, por citar sólo a algunos. En la guitarra Van Dyke Parks y en batería Billy Mundy, que formaría parte de The Mothers of Invention. De todas maneras el golazo está en las canciones, en la forma de componer y cantar, a lo mejor se podrían despojar de todo el ornamento y funcionar sin drama con una guitarra acústica.

Tim Buckley hizo cosas muy valiosas después, su segundo disco (Goodbye and Hello) es impresionante, Happy Sad otra obra maestra, Greetings from L.A. un excelente giro de ciento ochenta grados y ni hablar de los que ya mencionamos. Su debut no se queda atrás, para nada. ¡Y tenía diecinueve años!







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