En su momento hicieron que muchos prejuiciosos pusieran el grito en el cielo, tipos quejándose y diciendo que esta no es forma de presentar una banda y demás acusaciones que no tenían mucho que ver con la música en sí. Puede que esa haya sido la premisa inicial atrás de esta idea; hacer que los que todavía piensan en ese tipo de cuestiones se alejen, de entrada, de movida.
Esto es una genialidad, Bashy y Kano, invitados a rapear en un tema que mezcla flautas, música clásica, un crescendo orquestal alucinante… no cualquiera se animaría a una fusión como esta, acá hay algo que no se ha hecho anteriormente, si te cuesta clasificarlo o acomodarlo dentro de un esquema, ese es tu problema. Este es un mundo de fantasía en donde todo está permitido. La voz de Albarn recién se escucha en el cuarto tema, “Rhinestone Eyes”, uno de los pocos en donde no hay invitados, en realidad la voz del ex-Blur está ahí, medio disfrazada con un vocoder, o algún otro efecto deformador. ¿Cómo hacen para conseguir a toda esta gente? ¿Arriesgamos una respuesta? ¿Por qué no? Cualquiera con dos dedos de frente puede darse cuenta de que esto es una pequeña revolución. ¿Quién va a negarse a participar? Es agarrar el hip hop y sus novedades y mezclarlos con la ideología, la manera de pensar “tradicional” del rock y del pop. Una alianza improbable entre lo que parece imposible de mezclarse, acá queda claro que no es así. “Stylo”, uno de los cortes de defusión, con Mos Def al micrófono, es Bowie para el siglo veintiuno, ni más ni menos. ¿De La Soul y el líder de los Super Furry Animals? ¿En la misma canción? Sí señor, y qué bien queda ese estribillo luminoso, en donde el tema se abre y muestra sus posibilidades.
Y el baile
recién empieza, si seguís escuchando, en un disco al que cuesta sacarle la
atención de encima, te vas a encontrar con Mark E. Smith, alma máter de The Fall,
una figurita difícil si las hay, nada menos que Lou Reed, haciendo lo suyo en “Some
Kind of Nature” y hasta el gran Bobby Womack, super astro del soul, quién
resurgió de las cenizas de la mano de Albarn, productor de aquel
discazo-despedida que fue The Bravest Man in the Universe. Nunca deja de sonar
un halo de melancolía, en “Empire Ants” vuelve el Albarn triste y melancólico
que habíamos escuchado en Everyday Robots, pero entra la banda y puede
escucharse una fiesta al mejor estilo Flaming Lips. El futuro ya llegó, hace
rato.
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