Mucho en muy poco tiempo. Poquísimo. Nada. Los dos discos de estudio que llegaron a grabar en su apogeo salen en el mismo año. 1970. Se habían formado hacía relativamente poco y se hicieron la fama rápido, con el boca a boca. En Argentina, vale decirlo. Cuando pocos habían visto siquiera una guitarra eléctrica y ni hablemos de un amplificador.
Inventan una cosa nueva, única, pavimentan un camino que no quedó del todo claro si fué retomado, si hubo continuadores de la idea, del concepto de banda que tan claro estaba en Manal. Era blues pero tenía tango, tenía arrabal, mucha calle, lisergia, anfetas, escuchaban a Cream pero no los copiaban, apenas si tomaban prestado el hecho de agarrar una música tradicional y deformarla. Apropiación total. Porque ¿qué tiene en común "Avenida Rivadavia" con Son House, Muddy Waters o cualquier prócer del delta del Mississippi? ¿Una manera de toca quizás? Una forma de sentir con intensidad a lo mejor, de retratar el paisaje y la época con un grado de crudeza que otros géneros no rozaban siquiera.
"Amanece, la avenida desierta pronto se agitará. Y los obreros, fumando impacientes, a su trabajo van. Sur, un trozo de este siglo, barrio industrial" dice la última estrofa de "Avellaneda Blues", patentando una poesía descarnada, nostálgica y muy vívida. Es discutible pero es muy probable que esta haya sido la primera vez en la historia de la música popular en que alguien haya abordado este tipo de temáticas. El suburbio, el destrozo moral y espiritual de la vida en la urbe, la pobreza indigna de los que quedan afuera... ese tipo de cuestiones no se abordaban todos los días. Y ellos lo hicieron con una altura impresionante, sin juicios de valor, sin hacerse los superados, incluso puede que haya sido sin planearlo, sin pensarlo dos veces, les salía eso. No importa. Lo hicieron.
Y con una música de acero. Escuchas todo lo que grabó Manal en esos dos o tres años de actividad inicial y no se parecen a nada. ¿Con qué podés comparar "Porque hoy nací"? La estructura, la psicodelia porteña y deforme, la voz gravísima de Javier Martínez, justo cuando se empezaban a poner de moda los cantantes chillones en el rock pesado. Iban a contramano de todo. Así de rápido explotaron, como la bomba de la tapa del primer disco.
Este compilado doble es indispensable. Se edita unos años después de la separación y tiene Manal entero en el primer LP, con la lista de temas alterada, en un intento de vender algo "nuevo" posiblemente y en el segundo los singles. Sin respetar la cronología, mezclados caprichosamente, con la adición de dos o tres perlitas, como la versión de el "Blues de la amenaza nocturna" y "El leoncito". Si vas a tener un sólo disco de Manal tendría que ser este. No comprarte también el segundo, El león, sería un desperdicio. También hay que tenerlo.
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