Este podría entrar en la categoría "ningún snob admitiría disfrutarlo". Una vez Carca dijo algo maravilloso, educativo se podría decir. Le preguntaron cúales eran sus placeres culposos a la hora de escuchar música. Respondió al instante; "no tengo, el acto de escuchar música, bajo ningún punto de vista me podría generar culpa de ningún tipo". Cosas que uno empieza a ver de grande, pasada cierta edad. Cuando te das cuenta que escuchar música es un acto extremadamente solitario. Muy pero muy pocas veces tuve la oportunidad de escuchar música en compañía, una vez con un amigo fumamos un porro y nos echamos a disfrutar de Phallus Dei, el escalofriante debut de Amon Düül II. Nadie dijo una palabra, acatamos la regla previamente impuesta y cuando terminó nos miramos atónitos, sin poder creer del todo lo que habíamos experimentado. Yo nunca más lo volví a escuchar, sabiendo que no existe la chance de llegar tan lejos (sin moverse) y por otro lado, ese costado oscuro, la cara diabólica de esos temas en particular, son rincones a los que no conviene visitar con frecuencia. Eso mismo podría aplicar a muchos discos de Hawkwind, la etapa eléctrica de Miles Davis, varios de Beefheart, Pornography de The Cure, La hija de lágrima... son obras que requieren de una cuota grande por parte del oyente. Directamente proporcional al nivel de satisfacción y adrenalina que genera haber desentrañado ese laberinto. Armaste el rompecabezas, valió la pena, ahora tengo más herramientas, soy otra persona, pasé una prueba de fuego, lo logré.
La verdad es que a la hora de la frecuencia, de revisitar una series de canciones, uno suele optar por algo que te haga bailar, divertir, hacer guitarras aéreas, cantar desafinado arriba como un loco. Nadie quiere ser puesto a prueba todos los días. Greatest Hits II fué mi primer CD, venía de regalo con el equipo de música que habían comprado mis viejos. El formato era nuevo y tenía muy buena pinta. Queen. Banda que con frecuencia es ignorada a la hora de hacer listas históricas, nombrar favoritos o dedicar páginas en publicaciones de esas que nadie lee. ¿Por qué? Muy simple, son muy famosos. Demasiado. Y contemporáneos, algo que no ayuda, por esa tendencia que tenemos los seres humanos de despreciar lo que se hace mientras nuestras vidas transcurren y glorificar épocas pasadas, eso que tan bien retrata Woody Allen en Una noche en París. Encima tienen muchísimos hits, cosa que al nariz parada promedio le enerva la crisma, aquellos por quienes ponemos las manos en el fuego tienen que ser bien "de nicho", nada de compartirlo con el oyente promedio. Acá tenés "Headlong", "Hammer to Fall", el impresionante "Under Pressure" con Bowie, el rescate del disco malo Hot Space. Si querés escuchar a Brian May soleando tenés "Breakthough" o "One Vision" y si querés a Freddie en plan megalomanía total podés ir con "I'm Going Slightly Mad" o "Who Wants to Live Forever".
Cuando fuí conociendo el resto de la discografía, la parte de la carrera de Queen que abarca El de la Tapa Azul, fué quedando un poco relegada, vaya uno a saber por qué. De cada una de estas canciones no me voy a olvidar nunca. ¿Culpa? Ni en pedo... gratitud eterna. Escuchar online en YouTube o en Spotify (¿hace falta?).
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