martes, 17 de marzo de 2020

Girls - Father, Son, Holy Ghost


Con destino a clásico inmediato. Algo difícil de lograr y más en tiempos post-Internet. Se me ocurren algunos; The Soft Bulletin, el primero de los Strokes, Elephant de los White Stripes, Illinois de Sufjan Stevens… la lista no es muy extensa. El tercer trabajo de Girls apareció después de un EP que siguió al debut y cosechó críticas positivas por todos lados, en revistas, sitios web especializados y redes sociales. De esas que hacen desconfiar, a lo que algunos llaman “hype”, otros le llamamos “invento”, “mentira” o directamente “chamuyo”.
No era el caso esta vez, por suerte.

Escuchás los primeros tres temas y ya podés notar que acá hay algo especial, difícil de explicar, pero algo se transmite de manera inmediata. Se nota que el pibe tiene alma, un corazón de oro, que sufrió y vivió para contarlo. Supuestamente Christopher Owens, el alma máter de la banda fue criado en una secta o culto religioso, pero no vamos a detenernos en detalles cholulo/biográficos y vamos directo a la música. Lo que transmiten las canciones es una especie de clasicismo infrecuente, bien logrado. Uno podría decir que acá no hay nada nuevo, pero no es tan así. El disco suena increíble, por empezar, desde el punto de vista audio, sobre todo. Sólo se podría haber grabado hoy en día, es un disco cien por ciento moderno. Pero las influencias son palpables, se escuchan casi en seguida. Llama la atención que sean tantas, que haya guiños de todo tipo, habla de un conocimiento enciclopédico de la música popular, que en ningún momento se vuelve pedante, nunca te lo refriegan en la cara, más bien lo contrario; está todo tan incorporado en la música y en las canciones, que todo termina sumando al conjunto.

Pueden mezclar Black Sabbath con Fleetwood Mac en el mismo tema, sin que se noten las suturas, o arrancar en plan Neil Young de la primera época, para pasar a un Radiohead post-OK Computer. Otra a favor en Father, Son, Holy Ghost es el gancho. Hacía rato que no aparecía una colección de canciones tan coherente, todas tienen una unidad conceptual y sonora, sin embargo hay climas de todo tipo, se abordan varios géneros y en ningún momento es aburrido. Siempre está pasando algo interesante y es cuestión de escucharlo dos o tres veces para atesorarlo para siempre en las neuronas.

Si me apuran y tengo que elegir un tema optaría por “Vomit”, a mitad de camino en el disco. Empieza con un arpegio triste, al mejor estilo On the Beach, con una melodía vocal desoladora, para desembocar en un estribillo gospel a todo trapo, que bien podría haber sido del Spiritualized de los días de oro. Tiene un solo de guitarra bien podrido que le cae como anillo al dedo. Termina con un estribillo que podría haber estado en la cara B de Abbey Road. La elección es brava porque todos los temas tienen este nivel. Un disco que ya era clásico apenas había salido. Merecido.







Escuchar online en YouTube o en Spotify.







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