lunes, 23 de enero de 2017

Rancid - Life Won't Wait


¿Veinte años no es nada? Veinte años es muchísimo. El que escribió la letra de aquel tango estaba completamente en pedo o los tiempos cambiaron salvajemente. Probablemente las dos cosas sean ciertas. En veinte años te podés enamorar, podés cambiar de opiniones y ver morir a seres queridos. Lo más importante en mi caso fue saber que me podía equivocar, que podía no tener razón y, entre otras iluminaciones Zen menores, que a nadie en el universo le importa qué es lo que a vos te gusta y lo que te deja de gustar.

Hace veinte años el mundo (o uno, o nosotros, o todos) era más prejuicioso y una opinión “fuera de la lugar” te podía ridiculizar fiero. Me acuerdo que los discos de Rancid no te lo podías comprar en las disquerías “inteligentes” del centro, ahí conocían a Sham 69, a los Damned y esto era la copia barata para los pibes a los que les faltaba escuchar la cosa real. Nunca lo entendí pero sí sabía lo que implicaba ser “tachado”, de manera que los admiraba y escuchaba en soledad, sin ponderarlos públicamente. Hoy me río de estas cosas, pero en aquel entonces me cuidaba mucho de estas cuestiones ridículas. Todavía hoy sigo sin entender el supuesto link con The Clash. ¿En qué se parecen a The Clash? Seguramente los Rancid los tenían en alta estima y los escucharon con fanatismo pero nunca pude encontrar demasiada relación. ¿En el eclecticismo musical? Puede ser, ahí puede ser. Si Let’s Go era The Clash y And Out Come the Wolves era Give ‘em Enough Rope entonces se puede decir que Life Won’t Wait era Sandinista. Con una diferencia clave; el cuarto LP (¡triple!) de The Clash rara vez rockeaba y si lo hacía era con moderación, atrás había quedado el fuego sagrado, el trueno de “Garageland” o “English Civil War”. Este disco en cambio rockea y ferozmente. “The Wolf” podría estar en alguno de los discos de la etapa intermedia de Motörhead y los mismo pasa con “Cash, Culture and Violence” o el hiperquinético “Bloodclot”, cantado a pura garra. A veces pienso que los que les bajaban el pulgar en realidad no habían pasado del ocasional tema que sonaba en la radio o en el video de turno (era la época en que todavía podías conocer música a través de un video en la TV) porque si escuchás el tema que dá título, el ska perfecto de “Hooligans” o el gancho al mentón de “Leicester Square”, es muy raro que esto no te guste si te gusta el rock and roll. Este es un disco de rock and roll no es un disco de punk. ¿En qué disco de punk va a haber un tema como “Who Would’ve Thought”? ¿Cómo podés escuchar “Corazón de Oro” y que no se te dibuje una sonrisa?

Desempolvé el disco hace poco, pensando cómo pudo haber sido posible que esto me haya gustado tanto, en algún momento de mi vida. Me encontré con que no perdió ni un poco del efecto que solía provocar. ¿A alguien le importa? Sí, a mí.







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