Viene dando vueltas desde hace rato, ya con The Nuns, su primer banda, fue telonero de los Sex Pistols en la nefasta gira yanqui que terminaría destrozándolos. Después formó Rank and File, con quienes hizo tres discos de estudio, entre ellos el infravalorado Sundown, del ’82, que podría encuadrarse con Green On Red o los Long Ryders, en aquello que fue el retorno al rock de raíces, con pibes que venían del punk. Después tuvo otras bandas de menor trascendencia como The Setters o True Believers (excelente rock de guitarras) incluso una vez empezada su carrera solista, allá lejos y hace tiempo con el magnífico Gravity.
A principios del nuevo milenio se enfermó de Hepatitis C y, como no tenía seguro médico… todos sabemos lo que pasa en Estados Unidos en esos casos. Por suerte los temas de Alejandro Escovedo siempre les gustaron mucho a sus colegas y ahí fue cuando acudieron a ayudarlo, cuando más lo necesitaba. Un disco tributo a beneficio, para decirlo en pocas palabras.
Algunos de los que dijeron presente son el interminable Steve Earle, que también hizo mucho por revivir la gloria que merecía Townes Van Zandt, la rompe con “Paradise”. Lucinda Williams se luce en el arranque con “Pyramid of Tears”, Calexico hace lo propio con “Wave”, un temazo de uno de sus grades discos, A Man Under the Influence y los Cowboy Junkies le dan su habitual tratamiento narcótico a “Don’t Need You”. Es doble y sin embargo no sobra nada, un signo evidente de la riqueza del catálogo de Escovedo, uno de los escritores de canciones más honestos, descarnardos y creíbles de los últimos treinta años. Así desfilan también Los Lonely Boys, rompiéndola con el tema que decían que le gustaba a Bush, “Castanets” y que Escovedo se negó a seguir tocando, Peter Case, ex-líder de los Plimsouls, canta “The End” y lo hace muy bien, los Jayhawks encaran sin miedo “Last to Know” y el enorme Ian Hunter le pone su cascada voz a otro de los temazos de Gravity, “One More Time”.
La lista, vano intento de descripción, podría seguir un buen rato pero este disco doble -¡22 canciones!- no hace más que confirmar lo que muchos ya sabían; Escovedo es un letrista excelente, sus canciones conmueven y podría considerarse un “músico de músicos”, esos que nunca son del todo populares pero son reverenciados y admirados por colegas.
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Chequear también:
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Buick Mackane - The Pawn Shop Years
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