Para algunos fué el integrante de los Byrds más talentoso, sin
desmerecer la hidalguía de McGuinn, por haber mantenido viva a la banda a lo
largo de diez mil formaciones. Tenía también un problema grande y un gran
enemigo: él mismo. Inseguro, paranoico, con todos los vicios y
comportamientos autodestructivos incorporados, Gene Clark tiene una carrera
solista digna de atención, con picos muy altos y ultimamente se le está
dando el reconocimiento que merece.
Como
ejemplo basta decir, que este, No Other, su obra maestra de folk barroco-filosófico, del ’74, estuvo descatalogado y fue muy difícil de conseguir
durante casi treinta años.
Al momento de su aparición fue considerado excesivo, sobre todo a nivel producción, se gastó mucha plata haciendo el disco (para desesperación de la compañía discográfica) y tubo una repercusión de ventas y crítica prácticamente nula. Pero en menos de dos años este mismo sonido, este mismo nivel de trabajo en el estudio, era el que acaparaba las FM a lo largo y ancho del país que le dio la espalda, con Fleetwood Mac a la cabeza. La pregunta es… ¿Dónde está la sobreproducción? ¿Cuál es el exceso? Empieza con “Life’s Greatest Fool”, que tranquilamente podría haber estado en cualquiera de los últimos tres o cuatro discos de los Byrds, es country-rock tranquilo, sedado casi, sin grandes sorpresas salvo a nivel lírico, con un Clark disparando máximas y reflexiones cual Confucio del siglo XX, nada nos prepara para lo que se viene.
Ya en “Silver Raven” se nota que hay trabajo, hay capas de grabación, coros, varios instrumentos pero… ¿esto es sobreproducción? En No Other los detalles sonoros, la complejidad -nunca agobiante- en los arreglos y las decisiones generales están bien tomadas, le suman mucho a las canciones, de hecho los arreglos elegantes del tema que da título, en ningún momento sepultan al cantante ni mucho menos, no hacen más que remarcar la atmósfera un poco siniestra de la letra, es una producción bien hecha, muy lograda. Esta es la “música cósmica americana” que imaginó Gram Parsons (y que -si me permiten- nunca llegó a concretar) cuando hizo que los Byrds grabaran Sweetheart of the Rodeo. Esta es una obra maestra, una alianza entre letra y música muy lograda, sobre todo teniendo en cuenta que Gene Clark, según cuentan quienes los conocían, no era un tipo que se la pasaba leyendo ni nada que se le parezca. El disco está lleno de momentos sublimes, “From a Silver Phial”, “Lady of the North” (el tema que cierra el LP) y la cumbre épico-psicodélica que es “Some Misunderstanding”, algo así como un Neil Young de “Cowgirl in the Sand” bien cantado (sin ánimos de ofender) y arreglado para poner la piel de gallina.
A Gene Clark le dolió mucho el fracaso de No Other y nunca logró recuperarse del todo, había puesto mucha energía y trabajo en las canciones y sabía que tenía bajo el brazo un disco brillante. Muy pocos supieron darse cuenta en su momento. Nunca es tarde, por suerte.
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