lunes, 6 de abril de 2020

Johnny Rivers - Realization


En los sesenta hubo elecciones, caminos a tomar. Estaban los que se subieron con todo a lo que estaba pasando (¿se acuerdan de “yo confieso que tomé té” en la parodia Beatle de los Monty Python?), los que lo dejaron pasar y se quedaron atrás, sobre todo musicalmente. Hubo otro grupo, quizás sea el más interesante. Los que venían de otros rumbos y de repente vieron la luz. Se tomaron algún que otro ácido, se fumaron sus porritos y de repente… ¡epifanía! A cambiar de estilo, de ideología y hasta la forma de vestirse.

Si alguen le decía a Johnny Rivers dos años atrás que en poco tiempo iba a aparecer en la tapa medio psicodelizado y con un collar con el signo hippie no lo hubiera creído. Así fué. Le pasó a varios, Bobby Darin de repente era el tipo más cool del mundo, Del Shannon grabando un disco a puro LSD en Londres, Trini Lopez… y la lista podría extenderse un buen rato.

Lo cierto es que lo de Johnny Rivers está hecho con toda la convicción del mundo. Grabado, producido y tocado por los mejores músicos del momento y la selección de canciones es impecable. Creer o reventar. Como siempre. Nada mal el comienzo del disco de la mano de su particular versión de “Hey Joe”, melancólica, como casi todo el resto del álbum. “Whiter Shade of Pale” de Procol Harum puede que hoy en día suene como una opción bastante obvia, pero lo que debe haber sido escuchar ese tema apenas salió... toda una experiencia. El cambió tampoco fue de un día para el otro, en los dos LP anteriores ya había evidencias de que el rockero había recibido la iluminación repentina, Changes del ’66 y Rewind del año siguiente, ya mostraban esta nueva faceta.
Rivers siempre fue más bien un intérprete que un compositor, a pesar de que casi siempre aparece alguna que otra canción de su autoría, en este caso hay dos; “The Way We Live” y “Going Back to Big Sur”, el anteúltimo tema del disco, dos esfuerzos más que respetables. Al final aparece un punto alto y es una que el mismo Dylan ha elegido como una de las versiones favoritas, de su inagotable cantera, “Positively 4th Street”. Temazo.

Si algo hay que reconocerle a Johnny Rivers es que sabía parar la oreja cuando escuchaba una canción buena, no fue un pionero ni un tipo que se destacó por su originalidad, pero lo que hizo en sus años más productivos siempre fue de decente para arriba. Después, en la década siguiente siguió haciendo unos discos muy nobles como Slim Slo Slider o el excelente Home Grown, del ’71. Para tener en cuenta.








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