Lo primero que viene a la mente cuando uno escucha a Peter Hammill es una pregunta… ¿Cómo es posible que no esté considerado a la altura de gente como Waters, Brian Wilson, Piazzolla, Lennon o Spinetta? La respuesta puede encontrarse en que, mientras los mencionados han hecho concesiones, y algunos son de fácil acceso, Hammill siempre es un hueso duro de roer. Nunca te la hace fácil, ni desde el punto de vista lírico y mucho menos desde el musical. Desentrañar un disco solista o uno de Van der Graaf Generator puede ser una odisea, inmediatamente te das cuenta de que ahí hay sustancia, que valdrá la pena, pero de ahí hasta el momento en que decís “ahá… ahora sí”, pueden pasar semanas. Incluso puede que esa epifanía nunca llegue.
The Silent Corner and the Empty Stage es su tercer disco solista, grabado durante el parate de Van der Graaf en la primer mitad de la década del setenta. Años prolíficos si los hubo, con todos los miembros de la banda participando en la grabación de un modo u otro, borrando la frontera entre lo que era el grupo y los trabajos en solitario. Tiene todas las características que hacen de Hammill un artista inmediatamente reconocible, esos temas que empiezan en un susurro, a capella incluso, después entra un pianito o un instrumento de cuerdas y en menos de tres minutos hay una explosión de rock malvado, una tormenta eléctrica comandada por un Lucifer que parece aullar desde un estrado, con una voz de cantante de ópera poseído por varios demonios. La banda no se queda atrás. Escuchen el estallido de “Forsaken Gardens”… esto es más pesado y heavy metal que cualquier cosa que se haya grabado, con un dominio de los instrumentos que puede parecer precario, siempre a punto de descarrilarse pero que termina funcionando.
Y encima el final...
Vale por todo el disco. Son doce minutos de demencia controlada. Escalofriante. ¡Ojo con escuchar esto a oscuras! Se trata de “A Louse Is Not a Home”. Otra vez es Hammill el que empieza solo esta historia de búsqueda interior y alienación pero en seguida aparece un saxo alto respondiendo al fraseo macabro de la voz líder. A partir de ahí nos espera una verdadera montaña rusa de emociones, siempre ofreciendo los indispensables descansos, fundamentales para tolerar semejante sacudón, para volver a escalar a alturas impensadas.
The Silent Corner... es otro acertijo musical dentro de una carrera repleta de interrogantes en formato LP. No es para nada fácil resolverlo. Pero si lo lográs vas a querer más. Seguro.
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