Para principios de la década del setenta ya se veía venir que el mundo iba a ser difícil de cambiar. Y si iba a cambiar no iba a ser con el poder las flores y las buenas vibras. A diferencia de muchos, Ray Davies lo supo siempre. Cuando todos estaban con la ropa hindú, escuchando música en un estado de coma auto-inducido, el estaba haciendo Village Green Preservation Society, su manifiesto personal. ¿Conservador? ¿Reaccionario? Podría ser. El líder de los Kinks siempre quiso ser diferente y actuó de acuerdo a sus instintos. Cosa que muchas veces le jugó en contra, pero esa es otra historia.
Después del super éxito que significó “Lola” y la buena recepción de su LP correspondiente, los Kinks firman para RCA y ahí es cuando empieza una nueva etapa, con otro golpe de timón, el fantástico Muswell Hillbillies. Si “hillbillies” son los campesinos yanquis (eternamente vistos con desdén por la gente de ciudad) y Muswell Hill es el barrio londinense en el que se criaron los hermanos Davies, la cosa ya tiene sentido y cierra desde el título mismo. El disco es una mezcla a priori imposible; jazz de Nueva Orleáns, country del costado del camino (filtrado por The Band) y la infaltable flema inglesa, de la que quizás sea la banda más inglesa de todos los tiempos.
Ray Davies encontraba respuestas al fracaso del sueño metiéndose en su propio caparazón, volviendo a la infancia y al barrio. ¿El primer disco de rock barrial? Podría ser. Pero acá había sentido del humor, nunca podés tomar al pié de la letra a este tipo porque siempre hay una pizca importante de ironía, como cuando dice en el temazo que abre el disco, en “20th Century Man”, “Vos quedate con todos tus escritores modernos tan inteligentes, a mí dame William Shakespeare, quedate con todos tus pintores modernos tan inteligentes, yo me quedo con Tiziano, Da Vinci y Gainsborough”. O al final, en el tema que da título, cuando declara su miedo a la modernidad y dice que “me van a hacer estudiar elocución porque dicen que mi acento está mal, ellos van a vaciar los barrios pobres pero nunca van a matar mi orgullo cockney”. Todo esto sonaría muy solemne si no fuera por la música. Es alegre, simpática, llena de vida. Con arreglos inteligentes, como los bronces mariachi al final de la frase “ron, oporto y tequila” en “Alcohol” un lamento medio tanguero sobre los desastres de la demoníaca botella. Los arreglos de piano del “pibe nuevo” John Gosling son una delicia, como lo que toca en la coda de “Have a Cuppa Tea” o en la melancólica “Oklahoma U.S.A.”, casi al final.
Incluso para los hermanos Davies (que rara vez coinciden) Muswell Hillbillies es uno de los mejores discos de los Kinks y muchos fanáticos lo tienen en altísima estima. Lo que es seguro es que es un disco distinto, muy rico a nivel musical y lírico. Nunca volvieron a hacer uno como este. Una verdadera declaración de principios. Parafraseando a Groucho Marx, si no te gustan estos principios no importa; Ray Davies también tenía otros.
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2 comentarios:
Buenas! Me encanta este disco de los Kinks, para muchos puede pasar por alto porque clar buscan más los de los ´60 y este esta en el medio, es el distinto de los Kinks, su propio manifiesto del rock.
God Save The Kinks!
Saludos!
Y... yo soy medio fanático (medio?!?!?!) y me gustan muchos. También me encantan los que vienen después en la época New Wave, Sleepwalker, Low Budget, todos esos. Los escuchaste? Son muy buenos!!!
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