Los grandes autores tienen un tema recurrente. Una idea a la que vuelven, que los obsesiona, a veces de modo inconsciente y otras de forma planificada. Así es como Nick Cave insiste con la muerte y el amor enfermizo, Federico Moura con el desenfreno y la burla a los prejuicios o Roy Orbison con el sufrimiento romántico. Jeff Tweedy además de músico, letrista y compositor principal de Wilco, es ante todo un fan. Un fan del rock. Y de ahí viene su principal fuente de inspiración; de lo que significa e implica ser un fan de la música, de cómo puede modificar nuestras vidas, cómo puede salvarlas, actuar como fuerza motriz, deprimirnos y alegrarnos. Es lógico que con esos puntos de vista despierte adhesiones, le habla muchas veces al fan, de igual a igual y ahí reside el truco o el secreto de Wilco. También hacen unas canciones buenísimas, pero de esto nos vamos a ocupar más adelante.
No viene mal recordar que Wilco renace de las cenizas de Uncle Tupelo, aquella agrupación que, con el fundamental No Depression, supieron sentar las bases de lo que hoy se conoce como alt-country o Nuevo Rock Americano; más allá de las etiquetas, se trataba de pibes punks que no le hacían asco a la música de raíces, logrando una fusión hasta entonces inédita. Todavía resulta difícil caer en la cuenta de que ya llevan más de quince años juntos. Quince años y casi diez discos. En esos discos han hecho de todo. Con algún que otro cambio de formación han sido los Stones y Neil Young en Being There, Gram Parsons en A.M., power-poperos en Summerteeth, experimentaron con un rock artista y retorcido en A Ghost Is Born y finalmente encontraron una personalidad en una mezcla de todo eso en los dos últimos trabajos de estudio; el magnífico Sky Blue Sky y, más recientemente, con Wilco (The Album), el del camello en la tapa.
The Whole Love viene a cerrar esa especie de trilogía, en donde la banda experimenta y juega, siempre con la canción a modo de marco sagrado, intocable. Al principio engaña, nos hace parar la oreja de la mano de "Art of Almost". ¿Qué es? ¿Autreche? ¿Radiohead? Arrancan con una exploración sonora, rara e interesante, después la cosa vuelve a terrenos familiares. En general The Whole Love es un disco plácido, clásico, tranquilo, sin mayores sobresaltos y salvo en "I Might" y en "Standing O", los temas tienen esa extraña calidez que ya habíamos escuchado, esas baladas con varias lecturas entre líneas que tanto nos gustan. Algún escéptico puede decir que se trata de un cómodo “más de lo mismo” pero no. Tweedy se deprime como nunca en "Black Moon", en uno de esos temas que hablan de darse cuenta de algo que uno ya esperaba, pero que igual pasó, algo tan estúpido como humano a la vez, tan nuestro. Los arreglos de violonchelo son excelentes, por cierto.
Dos por tres aparece la guitarra vanguardista de Nels Cline, algo así como un Richard Lloyd y Tom Verlaine en un mismo cuerpo, capaz de roquear con desenfreno y de llevar su instrumento a lugares sombríos y lúgubres, es notable lo que hace al final de "Whole Love" o en el tema que cierra el disco, el larguísimo "One Sunday Morning", que es el equivalente posmoderno a "Sad Eyed Lady of the Lowlands" de Blonde On Blonde. Es Wilco. Los conversos, que ya saben que esperar de la banda, van a estar felices con The Whole Love y si de paso suman algún nuevo fiel con este nuevo trabajo, quedamos todos contentos.
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