¿Por qué será que los Pink Fairies han soportado el paso del tiempo mejor que otros grupos similares? Puede ser que porque dentro del género, que vendría a ser rock duro de principios de los setenta, entran ahí, medio de refilón. La etiqueta les queda chica, son agitadores sociales, proto-punks, rebeldes, drogones y por momentos muy psicodélicos. Descienden de los Deviants de Mick Farren, banda inclasificable si las hay, y en tres años hicieron tres discos fundamentales que todavía no tienen el reconocimiento que merecen. Para responder a la pregunta inicial, nada como pegarle una escuchada al primero de la trilogía; Never Neverland.
Empieza con la canción emblema del grupo, "Do It", que casi de manera lógica fuera versionada por Henry Rollins. Un verdadero manifiesto a puro machaque guitarrero. “No pienses, todo lo que tenés que hacer, hacelo. Vos escribilo cariño, después venimos nosotros y simplemente… lo hacemos” aúlla la letra y en el estribillo repite el título una y otra vez, como para redondear la idea. Temazo. Después nos llevan a dar un paseo por un valle de hongos alucinógenos de la mano de "Heavenly Man". ¿A que suena? Al primer Pink Floyd, a Family… ¡suena a puro Pink Fairies en realidad! Sigue con otro festival de riffs, con "Say You Love Me", quizás el tema más “genérico” del disco, pero tienen tanta onda para tocar y está tan bien cantado que termina siendo uno de los puntos clave, con un estallido en el puente de esos que nos dejan con la lengua afuera. Para seguir agregando variedad viene "War Girl" con un ritmo entre jazzero y latino y unos solos de guitarra fuzz. Del tema que le da el título al disco es poco lo que se puede explicar con palabras. ¿Qué es? ¿Cómo lo podemos definir? ¿Rock espacial? No sería una definición desacertada. Tiene de todo; dinámica, efectos de sonido, buena letra. Perfecto.
Para abrir la cara B era obligatorio titular el tema de la siguiente forma: "Track One, Side Two". La sorpresa esta vez viene del lado de la música. Una especie de R&B narcotizado, un Otis Redding pasado de ácido, transcurre en un sopor contagioso, muy hipnótico. "Thor" es un instrumental corto, raro y sirve más que nada para calentar motores porque en seguida llega otra de las joyitas; "Teenage Rebel". Roñoso y garagero, esto es un anticipo del primer disco de los Ramones, corta va y viene y te sacude bien la cabeza, siempre y cuando el volumen sea el adecuado. Y para terminar ponemos toda la carne al asador: "Uncle Harry's Last Freakout" cumple con todo lo que su título promete y más. Arranca a puro hard-rock pero la guinda de la torta viene al final. Son casi diez minutos de experimentación bien entendida, piscodelia pura, retorcida hasta su punto máximo.
Hace poco se remasterizó el catálogo de los Pink Fairies y a los tres discos les agregaron unos bonus tracks que, en este caso, realmente valen la pena (¡"The Snake"!). Junto con este también salieron los que le siguen; Kings of Oblivion y What a Bunch of Sweeties y ahí tuvieron un breve momento de revalorización. Así, que esta vez más que nunca, el mensaje es claro: Hacelo.
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Chequear también:
The Deviants - Ptooff!
Hawkwind - Quark, Strangeness & Charm
Melvins - Bullhead
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