domingo, 9 de enero de 2011
Chuck Berry - One Dozen Berrys
Que el rock tiene una deuda impagable con Chuck Berry no es ninguna novedad. Como uno de los pioneros definitivos, fue sin dudas uno de los grandes innovadores del siglo XX. Su estilo inconfundible, con tres o cuatro acordes, letras divertidas y esos solos rápidos e intrincados son el sello del rock and roll tal y como lo conocemos. Si hay que mostrarle a alguien que no tiene la menor idea de qué se trata todo esto, cualquiera de sus clásicos puede ser una buena elección. Y clásicos, si nos ponemos a revisar, tiene millones. Todos esos temas que los chicos del colegio secundario inglés se pasaban escuchando hasta el cansancio. Esos mismos que después serían los Animals, Beatles, Stones, Hollies y tantos otros. Esos grupos aprendieron a tocar con esos grandes temas. Con "Johnny B. Goode", "Around and Around", "Almost Grown", etcétera. No hay que olvidar que todavía estamos en la época del disco simple. Un tema de un lado y su correspondiente cara B.
Un poco por eso, lo que sí resulta para muchos sorprendente, es que los discos de estudio del viejo Chuck, esos LPs armados un poco a tientas, alrededor de cuatro o cinco perlas imbatibles, son valiosos, interesantes y permiten ver al artista yendo un poco más allá de las características que lo han hecho ser lo que es. En One Dozen Berrys, su segundo larga duración, hay joyas como el instrumental "Blue Feeling" con sus aires hawaianos o "La Juanda (Española)", un ritmo latino con Berry balbuceando graciosamente en la lengua de Cervantes. También "Rockin' at the Philharmonic", otro instrumental, esta vez mucho más jazzero, con unos solos de guitarra muy buenos, dejando ver un instrumentista más complejo que la idea generalizada que se tiene de él, deja lugar a los demás instrumentos para que se luzcan, el piano en este caso. Una delicia. ¿Otro tesoro enterrado? Casi al final del disco, la balada "How You've Changed", sutil como pocas.
Y por supuesto también están los super-archi-clásicos, en One Dozen Berrys aparecieron por primera vez "Sweet Little Sixteen", "Reelin' and Rockin'" y nada menos que "Rock & Roll Music". George Harrison, que la había cantando en Beatles for Sale, contaba que cada vez que iba a Japón se la seguían pidiendo como si se tratara de un tema de su autoría. ¿Y qué se puede decir de estas maravillas que no se haya dicho ya? Es música inoxidable, sincera, sin artificios, de una época en que el estudio de grabación y la música tocada en vivo iban de la mano. Todavía hoy haya muchos fanáticos de este sonido, que ha experimentado vaivenes a lo largo de los años, pero que siempre se encarga de resurgir cada tanto. Como siempre, los argumentos que para muchos son sólidos, para otros son defectos. Cada cual elegirá de que lado ponerse.
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