domingo, 25 de abril de 2010

My Bloody Valentine - Loveless


Es difícil continuar algo que rompe moldes. Al menos para Kevin Shields, el cerebro de My Bloody Valentine, ha sido imposible. Continuadores de una línea que se puede trazar desde Velvet Underground, Eno, Sonic Youth y Jesus and Mary Chain, se encargaron de llevar la posta del ruido utilizado de manera creativa un poco más lejos. Después de dos larga duración y unos cuantos EP's, se encerraron en el estudio a parir la que sería su obra maestra: Loveless. Después de una odisea de sellos discográficos y locaciones, se asentaron en Inglaterra y firmaron para el sello Creation de Alan McGuee.
Sus conciertos en vivo, en donde casi no se movían y prácticamente no interactuaban con la audiencia les hizo ganarse el apodo / etiqueta de Shoegazer, algo así como “los que se miran los zapatos”.

Desde los primeros acordes, el riff de dos notas de "Shallow" ya sabemos que estamos inmersos en un mundo diferente, distante y cálido. Son millones de capas de guitarras apiladas después de infinitas horas de sobregrabaciones en el estudio. Es un ruido envolvente y etéreo, como si los Cocteau Twins  pusieran en once las guitarras eléctricas. Pero no solo de ruido se trata todo; sepultadas bajo las capas de sonido aparecen unas melodías accesibles, un poco aniñadas, dejando en claro que la sensibilidad pop a la hora de componer estaba ahí, latente.

Las voces son de Shields y Belinda Butcher, siempre sugiriendo, susurrando. ¿Las letras? Bueno, son prácticamente indescifrables. El propio Shields se ha encargado más de una vez de aclarar que lo suyo es la melodía, que prefería subordinar los textos a la música en uno de sus típicos actos de perfeccionismo obsesivo. "Come in Alone" es otra de esas canciones propiamente dichas, hay un estribillo, hay versos, pero sí, también aparecen las características mencionadas, los loops de teclados y esos armónicos que surgen cuando se escucha esto al volumen correspondiente. No es otra cosa que el resultado de la acumulación, la distorsión al borde de la saturación, la suma de las partes. Loveless es uno de esos tantos discos en donde mencionar las canciones y hablar de ellas por separado no tiene demasiado sentido, en todo caso, son partes que forman una totalidad, para dejarse llevar, para sumergirse. Pero hay algo que aumenta la curiosidad, que contribuye a cimentar el mito de Loveless. Y son esos separadores que aparecen entre algunas de las canciones o en algunos finales. Son ruidos, inexplicables, seguramente consecuencia de la experimentación en el estudio. Pero no son ruidos “porque sí”, al contrario, combinan, tienen una belleza particular, como el momento después de "Loomer" en donde fácilmente podría confundirse con un canto de ballenas, un sonido celestial. Después del descanso, vuelven las descargas eléctricas.

Kevin Shields estuvo a punto de dejar en bancarrota al sello Creation, por la cantidad de horas invertidas, en donde matizaban la ansiedad del público y la prensa sacando EP's que dejaban vislumbrar lo que estaba por venir. A pesar de que fue un éxito casi unánime de críticas y ventas, McGuee recién pudo recuperarse del cimbronazo económico un par de años después con el boom de Oasis, pero Shields, a pesar de haber sido invitado a participar de varios proyectos interesantes y a tocar con unos cuantos grupos prestigiosos nunca pudo -hasta ahora- dar con una secuela acorde a Loveless. Son los riesgos de las obras maestras.







Escuchar online en YouTube o en Spotify.







Chequear también:

Sonic Youth - Confusion Is Sex
My Bloody Valentine - Isn't Anything
Lush - Spooky



2 comentarios:

ultravivido dijo...

He tenido mis epocas de "sobre" y de "sub" valuacion de este disco que en definitiva, es unico. Sigue dando que hablar y sobre todo, se puede seguir escuchando, lo que nunca es poco. Recordar la acertada inclusión de "Sometimes" en Perdidos en Tokyo, de Sofia Copolla.

Camilo Alessandro dijo...

intrascendente el dato

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